“Internet puede haber tomado el puesto del periodismo malo”. La frase es una advertencia vertida por Umberto Eco, el filólogo y escritor italiano que publicó recientemente “Número Cero”, una novela que está trayendo larga cola.
Hoy el tema del “periodismo malo” recobra vigencia porque el Tribunal de Nápoles, en el sur de Italia, ha dictado prisión para el exprimer ministro y dueño de medios Silvio Berlusconi y contra el exdirector de un diario.
El cargo es de soborno, y aunque no será efectiva la pena porque el delito prescribirá antes de la probable apelación, podría sentar precedente sobre las malas prácticas en la política y en el periodismo.
El Tribunal concluyó que Berlusconi y el exdirector del diario L´Avanti sobornaron a un senador para que se pasara a las filas de Forza Italia a fin de propiciar la caída del gobierno de centroizquierda de Romano Prodi, lo que consiguieron.
Precisamente en Número Cero, detrás del personaje de los manejos turbios se adivina a Berlusconi. Umberto Eco no ha confirmado que sea una alusión directa al cavalliere. Con un astuto “hay varios” se ha salido por la tangente.
El libro de Eco es una parodia feroz contra el periodismo y la política, lo ha afirmado la revista Babelia del diario El País y es opinión generalizada entre cuantos lo han leído y comentado.
Pese a que los diarios son empresas que nacen para sostener causas de todo tipo, no para ganar dinero con la noticia, se espera de ellos algún despliegue de profesionalismo. Y en el mundo hay notables ejemplos de calidad.
El libro de Eco retrata un escenario periodístico que presume de brillantez y experticia, pero en el lado equivocado, al servicio del engaño y de la extorsión.
Ubicada la historia de Eco en Milán en 1992, Número Cero trata sobre un editor y su proyecto de diario que no se publicará, solo es un farol para amedrentar, chantajear y ubicarse en las altas esferas sin cargar con los costos de la edición y el pago de planillas.
El financista de este proyecto es el commendatore Vimercati quien contrata como editor a un tal Simei, gran experto en guerra sucia y malas artes de todo tipo.
Es el poder de la amenaza velada, el rumor sobre un presunto dossier donde figuren todos los deslices del candidato elegido para el chantaje. Aunque tal dossier no exista, casi todos guardan algún esqueleto en el armario que quieren mantener escondido.
Otra de las tácticas que proyecta este periódico es quitar del medio a un juez o un funcionario incómodo, mediante la difusión de sospechas sobre sus actitudes cotidianas que de por sí no son ni delitos ni faltas.
Que si fuma en exceso, que si viste de tal o cual modo, que si consulta al siquiatra, que si va a restaurantes muy caros (o muy baratos), todo puede pintarse como sospechoso para proyectar una imagen de persona poco confiable.
Umberto Eco confirma que esos manejos no son exclusividad de persona ni país alguno, los hay en todos. Démosle crédito a nuestro buen Don Quijote en eso de que cada uno es como Dios le hizo, y aún peor muchas veces.
En una entrevista acerca del contenido del libro, Eco calificó a ese tipo de periodismo como máquina de fango, y muchos diarios se han reconocido en Número Cero, pero han hecho como que se estuviera hablando de otro.
Lo que dejó claro es que la democracia necesita de la prensa libre, con todos los defectos que exhibe, y en eso estamos de acuerdo. La prensa libre es indispensable a pesar de todo.
En la trama de Número Cero también aparece el buen periodismo individualizado en la cadena británica de noticias, BBC, cuya credibilidad, por ser incuestionable, conduce a los protagonistas de esta historia hacia la verdad en una red de conspiraciones donde es difícil diferenciar entre lo falso y lo real.
Como ya se dijo, Eco sugiere que Internet puede ser más peligroso que la peor prensa porque los usuarios la creen totalmente confiable. Y no hay diarios que salgan a decir “mira qué cosas falsas se están diciendo”.
Habría que hacer un diario que se dedique no solo a la crítica de la realidad cotidiana sino también de la realidad virtual. Ese es un posible futuro para un buen periodismo, consejo de Umberto Eco.
Y otra de sus reflexiones sobre el tema: Un periódico que sepa interpretarlo que aparece en Internet, hoy tendría una función; creo que el diario funciona todavía como si la red no existiera.