Personajes en busca de autor

 

No pretendemos robar el título de la obra de Pirandello, solo señalar algunos personajes (cinco en vez de seis) y sus coincidencias extrañas.

¿Qué podrían tener en común Frankenstein, el poeta Shelley, la novelista Jane Austen, la vanguardista Mary Wollstonecraft y el escritor y político William Godwin?

Además de ser todos británicos, los unen vínculos ya sea de parentesco o de correspondencia de ideas y principios.

Empecemos por el nombre más popular de este grupo: Frankenstein.

Como es sabido, se trata de la novela gótica escrita por Mary Godwin Shelley, conocida como Mary Shelley. A ella le asiste el mérito indudable de haber aterrorizado eficazmente a varias generaciones.

No solo eso, también el mérito de iniciar el género de ciencia ficción, hoy tan desarrollado y en auge. Y por si fuera poco, haber puesto en perspectiva el tema de la moral en el ejercicio de la ciencia.

El siguiente personaje no escribió novelas de terror, pero sacudió de otro modo a sus contemporáneos.

Si hubo una mujer revolucionaria en sus ideas y su modo de vida, esa fue Mary Wollstonecraft a quien le importaron poco los formalismos de su época (fines del siglo XVIII) cuando decidió vivir por su cuenta ganándose el sustento como escritora. Más tarde se casó con el escritor William Godwin, otro contestatario.

Godwin fue un pensador radical en el sentido real del término, es decir, crítico acérrimo del sistema y de la monarquía, pero opuesto a la violencia en cualquiera de sus formas.

Una de sus frases más conocidas es que nadie, ni siquiera Dios, tiene el derecho de ser un tirano. Fue un pensador combatido y respetado, que influyó sobre los poetas del romanticismo sobre todo Lord Byron, John Keats y Percy B. Shelley.

Fue William Godwin quien publicó la obra de su esposa Mary “Vindicación de los Derechos de la Mujer” apenas ella murió, con solo 38 años, tras dar a luz a su hija también llamada Mary, más tarde Mary Shelley, tras casarse con el poeta romántico de ese apellido que era discípulo de su padre y cuyas obras editó y publicó.

A través de la feminista Mary Wollstonecraft es como llegamos a su seguidora Jane Austen, quien puso en escena las ideas de igualdad de oportunidades para la mujer valiéndose de las siete novelas que llegó a escribir en sus breves 41 años de vida.

Quien no haya leído a Jane Austen tal vez piense que sus historias son poco más que pasa tiempos ligeros. Error, hay que leer los libros y no ver las películas que ha perpetrado Hollywood basadas en sus obras. Son una ofensa al talento de tan notable autora.

Para dar un mejor idea de su obra podríamos compararlas con un delicioso pastel de bodas (hay bodas en casi todas sus obras), pero el truco está en el contenido. Allí, con sutil ironía introduce de contrabando el pensamiento feminista.

De no haberlo hecho así, ¿qué impresor le hubiese publicado ni una novela siquiera? Tuvo la astucia de presentarlas como literatura de entretenimiento, así, no advirtieron la crítica a la sociedad y a sus valores que venía envuelta en merengue.

Las protagonistas de las obras de Jane Austen cumplen algunos o varios de los requisitos que el pensamiento feminista reclamaba para la mueva mujer: Inteligencia, ingenio, cultura, independencia, racionalidad y autoconfianza.

No como seres perfectos que jamás se equivocan, eso sería irreal además de aburrido, y en ese caso, no estaría la más popular de sus novelas entre los diez libros más vendidos de todos los tiempos según una relación recientemente publicada.

Jane Austen puso mucho énfasis en la economía, por eso es recurrente en sus obras el sistema de herencia vigente que concentraba la propiedad en el hijo mayor, y era el pivote en torno del cual giraba ese modelo económico basado en la propiedad de la tierra.

Lo ha mostrado desde el lado de la gente, no como en un texto de economía, por eso vemos la necesidad de los hijos menores que, o bien buscaban un matrimonio de conveniencia o se volvían clérigos (si podían conseguir alguna parroquia rentable), o si no, se enrolaban en la milicia como alternativa menor.

Las muchachas tenían iguales preocupaciones en cuanto a su futuro: Con dinero, lo mejor; sin dinero, lo que caiga.
Leer a Jane Austen es como espiar al interior de los hogares y familias de la campiña inglesa, sus relaciones, desencuentros, el detalle de sus gastos, los bailes, las partidas de whist, los cotilleos, rivalidades y las pequeñas o grandes tragedias.

Pocos autores lograron captar su entorno de modo tan lúcido como ella lo hizo y luego retrató la vida de la burguesía provinciana a la que le tocó pertenecer.

Es un pequeño salto de 200 años hacia atrás en el tiempo, cuando empezaba a vislumbrarse un nuevo modelo de sociedad.

 

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