Piña-Rosales y el español, rivales de Donald Trump

 

Las proyecciones del Censo indican que el año 2050, los “hispanos” superarán con creces a los anglófonos y se convertirán en la primera mayoría de los Estados Unidos.

Los manuales de Geografía van a tener que ser rectificados debido a unos súbitos traslados que están ocurriendo en Estados Unidos.

Ahora, es posible, por ejemplo, acudir a la procesión del Señor de los Milagros de Lima, en Patterson, New Jersey o juntarse a un grupo de devotos de la Santa Muerte de Michoacán en Salem, Oregon. En Puerto Rico vive una pequeña porción de sus habitantes porque la mayoría intercambia ahora sus destinos en los veloces trenes del Metro de Manhattan.

Granada, Sevilla, Quito, La Paz, Santiago, Guadalajara y La Habana, así como la provincia de Pacasmayo y otras importantes ciudades de América y de España tienen ya ubicación en el mapa norteamericano. Los tamales, los guacamoles, los cebiches, el pollo a la brasa y hasta el cuy chactado, por su parte, se alternan en este país con voces, rostros, bailes y canciones que se han instalado de forma definitiva aquí.

Como bien se sabe, las proyecciones del Censo indican que en el año 2050, los “hispanos” superarán con creces a los anglófonos y se convertirán en la primera mayoría de los Estados Unidos.

Todas estas noticias le causan pesadillas al señor Donald Trump, precandidato republicano a la presidencia, quien se ha propuesto preservar la integridad racial emprendiendo una guerra que comprende desde deportaciones en masa hasta muros electrizados y, por supuesto, la prohibición de hablar el idioma diabólico de Cervantes y de Garcilaso.

En estas condiciones, el verdadero rival del señor Trump no es, necesariamente, Hillary Clinton ni Bernie Sanders. Es un andaluz de barba blanca e incorregible sentido del humor que se llama Gerardo Piña-Rosales que ostenta la dirección de la Academia Norteamericana de la Lengua Española (ANLE).

Piña ni siquiera piensa en el hombre del peluquín, pero –frente a la creciente mayoría de la población de nuestro origen- se pregunta si los «hispanos mayoritarios del 2050 conservarán el idioma que les confiere unidad y hace permanente su cultura».

Hay una respuesta positiva a esa pregunta. Las relaciones entre las dos Américas se han tornado tan intensas que los jóvenes aspirantes a conseguir un buen puesto de trabajo requieren con urgencia en la universidad que se les dé clases de español. Hay muchas casas de estudios superiores que fundan su presupuesto en la enseñanza de ese idioma, y el mismo ha desplazado al resto de las lenguas modernas.

La respuesta negativa es que la miseria de los inmigrantes los junta en ghettos donde no se habla el inglés… ni muy bien el castellano. La prescripción de Piña-Rosales es que el inmigrante deseche las soluciones fáciles como el “espanglish”, un híbrido sin unidad ni destino, y que se aplique al estudio y conocimiento de las dos lenguas a efecto de que integre un auténtico bilingüismo.

Esa es una tarea inmensa que la ANLE ha tomado sobre sus hombros y que le ha valido a Gerardo Piña-Rosales obtener antes de ayer la distinción de Doctor Honoris Causa otorgada por la universidad peruana “Ricardo Palma”. En la sustentación del honor concedido, el Consejo Universitario cree que la tarea del lingüista es histórica y que de sus esfuerzos depende en mucho el futuro de nuestras comunidades.

Catedrático en Nueva York, el doctor Piña-Rosales nació en La Línea de la Concepción de Andalucía y vivió su infancia en Tánger, Marruecos. Las universidades de Granada y Salamanca fueron sus próximos destinos universitarios y por fin lo fue el Queens College (CUNY) de la Gran Manzana.

Una sala de actas de la New Schoolfor Social Research fue el escenario en el que el Director de la ANLE recibió la importante distinción así como el pedido de la universidad latinoamericana de que por favor, “haga lo que pueda”, para que nuestra cultura persista. O sea para conservar nuestra alma.

 

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