Carlos Zambrano no fue culpable de nada, hizo lo que hizo porque es su temperamento, su forma de sentir el fútbol.
Carece de la capacidad para entender que debía guardar las formas y no amartelarse con aquello de poner pierna fuerte ante los chilenos. Su accionar, nos arruinó a todos.
Ahora ya es muy tarde para remediar todo lo que pasó. Sin embargo quedan algunas reflexiones que pueden ayudar a que no se repita tamaña estulticia.
Uno se pregunta si sabíamos de su vehemencia, lo mejor era mandarlo a jugar tenis y no ponerlo en un partido caliente. Zambrano es un buen futbolista, pero lo traiciona jugar con la cabeza caliente.
De repente cuando el árbitro venezolano le mostró la tarjeta amarilla por la falta contra Alexis Sánchez, cambiarlo era una opción valedera. Muy temprano para jugar condicionado era previsible que su papel de chico malo aparecería para bajarse un chileno.
De haberse producido el cambio se conseguía dos cosas, terminar el partido once contra once y de esa forma se evitaba el sacrificio de Christian Cueva, una de las gratas revelaciones en el equipo peruano en la Copa América.
Luego de la derrota ante Chile los jugadores y el comando técnico dieron su respaldo al jugador. Más pareció que ese apoyo ocultaba un formulismo protocolar. Para no quebrar el grupo en ese instante. Quedaba todavía la medalla de bronce.
Ricardo Gareca pensando en la eliminatoria para el Mundial de Rusia 2018 no puede conservar en el equipo a un jugador que se convierta en bomba de tiempo. En cualquier momento comete el mismo error y arruina todo el trabajo. Sus antecedentes lo condenan.
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Acaso no sería mejor que se busque un zaguero que compita el puesto y haga que Zambrano reflexione y tenga que estar muy aplicado para recuperar la titularidad. Aparte de que reciba el tratamiento psicológico que necesita para que su conducta beneficie al equipo.
Con lo mostrado en Chile, tenemos la certeza de que en la eliminatoria para Rusia 2018 tendremos mejores posibilidades de clasificar. Se ha comprobado que el fútbol peruano ha recuperado su identidad. Esa forma de jugar es la que incomoda al rival.
Además, el crecimiento peruano no es solamente el juego bonito. Es también que hay individualidades que superaron el nivel que se les conoce, caso Luis Advíncula en una excepcional Copa América.
Christian Cueva fue el talento bonhomía que se puso al servicio del equipo con su fútbol habilidoso para asistir a los delanteros tal como se apreció en el pase a Paolo Guerrero en el segundo gol peruano en el triunfo sobre Bolivia por 3-1.
Igualmente Paolo Guerrero, Claudio Pizarro, Jhoel Sánchez, Carlos Lobatón, Juan Manuel Vargas, Pedro Gallese, Ballón, Ascues y Carrillo estuvieron enchufados para estar en sintonía con la propuesta de Ricardo Gareca.
Cierto es que no tenemos un jugador de su clase, estar en la Bundesliga no es cualquier cosa, pero ya se nota la resistencia a no darle otra chance. La pregunta se cae de madura: ¿Qué hacemos con Zambrano?