Ya tenemos fórmulas presidenciales. Cada una de ellas se ha inscrito con ánimo vencedor, aunque a decir verdad la mayoría carece de posibilidades de éxito. Se puede adelantar que ninguna, sin embargo, ganará en primera vuelta en los comicios del próximo abril. Pasar la valla del cincuenta por ciento del total de electores es imposible en estos tiempos. No existe alguien que lidere en forma multánime la opinión del pueblo y lo conduzca hacia su redención. El soberano piensa de manera muy distinta. Median al respecto edad, género, entre otros indicadores. El territorio electoral está muy fraccionado. Los ciudadanos del norte tienen una visión de la realidad política diferente a los del sur. Lo mismo sucede con los de occidente y oriente, sin contar las variables que se registran en las regiones naturales, bien sea la costa, la sierra o la selva.
Hoy en día los procesos electorales no se asemejan a los de décadas anteriores, del siglo veinte. Ya no existen los colores ideológicos que otrora diferenciaba a los candidatos. Estos, casi todos, se han autoadoctrinado a su manera como neoliberales, aunque algunos de ellos, a ciencia cierta, no entiendan el porqué de la globalización económica y las consecuencias sociales fatales que ha originado en el mundo, sobre todo en Europa, en donde la población luego de la Segunda Guerra Mundial, había disfrutado de la satisfacción de vivir en un estado de bienestar. Por aquellos años la ideología marcaba el rumbo a seguir. Con la palabra y con la acción. Hasta antes de los setenta del siglo pasado, los oradores llenaban las plazas públicas y exponían sus programas de gobierno ciñéndose al credo que los identificaba.Los medios cumplían su papel de acuerdo a los intereses que representaban. La parte de la acción corría, en otros espacios de reunión ciudadana, por cuenta de los militantes según su capacidad de predicamento. A falta de argumentos y allí está la parte negra de la historía, no faltaban los episodios ingratos, cuando las discusiones callejeras culminaban en enfrentamientos salvajes. Los pocos «búfalos» y los «coyotes», matones asalariados, que aun sobreviven pueden dar fe de ello.
Ahora la ideología no cuenta. Las nuevas generaciones ciudadanas tienen otra visión de la vida. Para ellos no hay mejor cosa que la ganancia de carácter material y el desenvolvimiento individual como vía para avanzar. Los valores y los principios han sido dejados de lado. Esos electores, sobre todo los que este año harán entrega de su voto por primera vez, no entienden aquello de que una sociedad justa puede ser realizada solamente en el respeto de la dignidad trascendente de la persona humana. Les parece absurdo eso de creer que la dignidad de la persona humana, representa el fin último de la sociedad, que el orden social y su progresivo desarrollo deben en todo subordinarse al bien de la persona. En palabras directas, se observa que esa juventud ciudadana predomina sobre la otra, aquella que piensa y actúa de manera contraria, porque sabe que no se puede prescindir del principio de considerar al prójimo como otro yo.
Decíamos que nadie ganará en primera vuelta, pero también habría que añadir que sí existe un grupo de cuatro candidatos que ciertamente tienen posibilidades mayores de pasar a la segunda vuelta. Ellos son Fujimori, García Pérez, Kuczynski y Acuña. La factibilidad no necesariamente está en ese orden. En el caso de los dos primeros les ayuda la estructura de una antigua organización partidaria, (uno más que otro), un discurso prometedor repetido hasta el agotamiento desde años atrás, una fidelidad dirigencial que les viene acompañando en las buenas y en las malas. La movilización de sus parciales en cuanto proselitismo y propaganda está asegurada. Los otros dos restantes muestras otras ventajas. Tienen recursos financieros y están predispuestos a jugarse el todo por el todo. A falta de militantes organizados, PPK tiene otro apoyo y poderoso. La adhesión de la empresa periodística concentrada, la misma que debuta en estas lides con una artillería contundente. Los misiles contra los contrarios se lanzarán desde la prensa escrita, la prensa radial, la prensa televisiva y la prensa digital. Esa prensa cruzada ya lo viene presentando con una imagen inmaculada y como tal en capacidad de llevar al país por los caminos de una excelente economía, ajena ¿? a toda forma de corrupción. Acuña, a quien se le muestra como aquel que cuenta con «plata como cancha» no es tan nuevo como algunos creen. La empresa universitaria le ha dado suficiente dinero para gastar en aventuras políticas que lo han llevado a ejercer el rol de legislador, alcalde, gobernador regional. También para invertir en candidaturas de familiares y amigos más allá de La Libertad. Hoy en día, más que colectivos de correligionarios, tiene adictos que ocupan altos cargos municipales y gubernaturas regionales. Por lo tanto, ni uno ni otro están en la orfandad. Al contrario, sus respectivos entornos, han sido enriquecidos con personajes que originalmente eran de izquierda, de centro y hasta nacionalistas. Rospigliosi, Costa, entre otros, están con Kuczynski. Townsend y Marisol Espinoza, ésta última hasta ayer guerrera nacionalista, ahora son fervorosas devotas de Acuña. El acomodo y el reacomodo están a la orden del día.
No he mencionado a Alejandro Toledo, el entrañable motivador de la recordada «Marcha de los Cuatro Suyos», hoy abandonado por sus principales colaboradores, jugando en esta campaña, casi en solitario. En realidad solo le queda la posibilidad de llevar a alguien al Congreso. Ese es el caso, igualmente, de Verónica Mendoza, joven intelectual preparada para actuar en política, con un discurso de izquierda moderada, pero que tampoco tiene chance para figurar como candidata con fuerza a la primera magistratura.
¿Quiénes irán a la segunda vuelta? Por más que las encuestas de opinión, que es un negocio bien rentado, digan lo contrario, la última palabra no está dicha. Puede haber más de una sorpresa.