Estaba más cantado que bingo callejero la penosa campaña de los equipos peruanos en la Copa Libertadores, de somnolienta actuación en cada uno de los partidos disputados este año con escasas alegrías.
Desde que Binacional derrotara 2-1 a San Pablo en Juliaca en la edición copera de 2020, el sufrimiento ha ido en aumento. Incluso el 8-0 de River Plate ante el Poderoso del Sur en ese mismo año, incrustó un resultado vergonzoso del que es difícil salir.
Ni Sporting Cristal tampoco Universitario han puesto sus zapatos en tierra firme, con fangosas presentaciones en sus partidos de precaria presencia ofensiva como el caso cervecero que no emboca las propicias ocasiones que tuvieron.
Un dolor en aumento con el 4-0 de la “U” ante Independiente del Valle en Quito fue un aguijonazo en el corazón de sus sufridos hinchas que no encuentran sosiego y paz con los resultados del equipo dirigido por Ángel David Comizzo.
No es una maldición que los equipos peruanos aparezcan como afligidos rivales, como señuelos de los poderosos que se nutren del debilitado manojo de equipos peruanos que no aciertan un triunfo.
Le creímos a Roberto Mosquera cuando a comienzo de año con declaraciones impecables como sus ternos inmaculados, dijera que estaban preparados para dar pelea.
En plena preparación la salida abrupta del goleador Emanuel Herrera dejó al equipo sin la presencia del ‘9’ que habría de dirigir la ofensiva y la ruta de una actuación con decoro y prestancia.
Roberto Mosquera no encontró el sustituto de Herrera que se perfilaba como el arma letal de la delantera que hoy sufre su ausencia. Lo cierto es que el equipo cervecero elabora pero no encaja en el arco contrario las veces en que los delanteros tiene el arco contrario a su merced.
En la Liga 1 tanto Sporting Cristal como Universitario rebana a sus rivales con suficiencia y autoridad. Acá son generales de batalla y en la competencia internacional soldados rasos.
Parece ser que la Liga 1 merece ser remodelada. Tiene que hacerse una nueva reglamentación. Desde las ocasiones para los valores de las divisiones menores hasta la contratación de los jugadores extranjeros.
No es malo que vengan del exterior pero tienen que ser diferentes a los que tenemos casa. Para que dejen enseñanzas y no vengan a quemar sus últimos minutos de vigencia futbolística.
Solamente de ese modo se podría garantizar una competencia fuerte con especial atención al desenvolvimiento de los técnicos, Hay una preferencia por entrenadores argentinos que en su país están desempleados pero llegan con la mala creencia de que son más profesionales que los nuestros.
Queda un trabajo por hacer de la FPF para que vigile los campeonatos para no ser últimos en la competencia y tener algo de vergüenza en la cara para no encarar lo que hizo Cienciano, por poner un ejemplo.