El fútbol sudamericano, su presente y futuro. es un tema preocupante ante la flacidez de resultados que no es otra que el pozo seco ante la notoria ausencia de títulos desde que Brasil, por última vez, trajo el galardón en el 2002.
Hace qué tiempo que la Copa del Mundo no es ganada por un país sudamericano, ciertamente Brasil en el 2002 en el Mundial de Corea y Japón.
Antes, los europeos han acaparado los títulos. Francia 2018, Alemania 2014, España 2010 e Italia 2006. El asunto es que tanto Brasil y Argentina, las dos potencias de esta parte del continente se han quedado aparcados en lugares secundarios.
Un estudio reciente señala que la inmediatez, esquemas y resultados, afectan al fútbol sudamericano. Se preparan los países para ganar, pero de forma inmediata sin detenerse en buscar opciones.
Sudamérica ha dejado de tener el mejor fútbol del mundo. Están los resultados con un retroceso de posibilidades y nadie puede asegurar si en Qatar 2022 se puede revertir el desafío.
Brasil el buque insignia del fútbol sudamericano tiene los mejores jugadores, pero no alcanza a ser equipo de temer. Recuerden el 7-1 que le propinó Alemania en el propio mundial organizado por los paisanos de Pelé.
De ello hace cuatro años y apenas se lavó la cara con la obtención de la Copa América al ganar a Perú en la definición. Chile fue destronado mientras que la bicolor rozó un título que apenas en seis años atrás el rocío matinal era hiel de sueños.
En un reciente análisis de expertos en la materia llegan a la conclusión de que la inmediatez es el peor flagelo que le sucede al fútbol sudamericano. Esa ansiedad de resultados no es buen consejo.
Quizás sea ese el camino para empezar a plantearse otras necesidades como el de poner orden en el desorden como afirmó Francisco Maturana en un intento de verticalizar las opiniones.
En la selección peruana, que es lo que nos preocupa, hay un crecimiento evidente traducido en la clasificación al Mundial de Rusia 2018 después de 36 años.
Un evidente logro que tiene mérito, pero ha llegado el momento de revisar si una clasificación a una Copa del Mundo es el fin supremo de los logros o habría la necesidad de plantearse si llegar al título es descabellado, pero meterse entre los ocho primeros ya es un avance sustancial.
Ricardo Gareca ha logrado rescatar la esencia del fútbol peruano. No lo ha tocado y más bien agrega disciplina táctica para que por lo menos juguemos a algo distinto a años anteriores.
Si bien es cierto que no debemos descuidar a los rivales que quieren desplazar a la selección peruana, lo razonable es atacar todos los frentes. La presencia mundialista te engorda, la ausencia te doblega y no hay más frustrante que ver la Copa del Mundo por televisión.
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