Día Iberoamericano de la Danza: honran a Alicia Alonso en los 105 años de su natalicio

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Cuba celebra hoy el aniversario 105 del natalicio de su artista más reconocida a nivel mundial: Alicia Alonso, en cuyo honor se instituyó en esta fecha el Día Iberoamericano de la Danza.

La conmemoración destaca el legado e influencia de la prima ballerina assoluta y en su memoria el Ballet Nacional de Cuba (BNC) interpretará este domingo el clásico Don Quijote, con los primeros bailarines Anette Delgado y Dani Hernández en los papeles protagónicos.

Alicia dedicó su vida a la danza, primero a formarse como una bailarina respetable, luego a conformar un estilo propio, y después a perpetuar el ballet dentro de la cultura cubana, como parte integrante y ya inseparable de esta.

Junto a los hermanos Fernando y Alberto Alonso –extraordinarios pedagogo y coreógrafo, respectivamente–, fundó la primera compañía profesional de ballet en Cuba, hace 77 años, cuando ese arte era escasamente comprendido en las sociedades latinas.

Pese a las contradicciones sociales, políticas y de salud que padeció, la decisión y valentía de esta mujer la hicieron persistir en elevar su rango de bailarina.

Alonso respaldó la revolución social en Cuba iniciada en 1959, y se alzó sobre prejuicios e ideologías burguesas para llevar su arte al pueblo, a las fábricas, los campos, un bosque, un valle, cualquier calle.

En el mundo de la danza, cobró fama por sus prodigiosos giros y la manera particular de adueñarse de la técnica, se convirtió en protagonista de leyendas.

Todavía algunos hablan de “la quinta Alonso” para aludir una posición específica de los pies, mientras los viejos amantes del ballet atesoran especialmente las veces que la vieron transformarse en “Giselle” y en “Carmen”.

Hasta el momento de su muerte, el 17 de octubre del 2019, la artista continuaba activa como maestra, coreógrafa y directora del BNC y del Festival Internacional de Ballet de La Habana, en el cual participan los más renombrados bailarines del planeta.

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Pocos calculaban su amor por los animales, en especial, una gran pasión por los perros, y el extraordinario sentido del humor que la indujo a gastarle bromas a algunos de sus partenaires en escena.

En la juventud, pintó cuadros y desde niña amó el color azul y la literatura universal.

Además, siempre rechazaba la posibilidad de que los humanos habitemos solos este universo y contaba entre sus añoranzas la de poder sentarse en el Malecón de La Habana a disfrutar de la brisa y un espectáculo de olas, pues la fama le impedía pasar desapercibida.

El Gran Teatro de La Habana, desde el 2015, añadió a su denominación el nombre de la insigne artista.

Los aplausos y ovaciones con los que el público cubano recibía a Alonso a su llegada a ese recinto, o a cualquier teatro del país, también erigen una leyenda difícil de igualar.

Fuente y foto Prensa Latina