Día Mundial de la Justicia Social: promover el empleo pleno y el trabajo decente

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La ONU reconoce cada 20 de febrero como el Día Mundial de la Justicia Social, una conmemoración de la lucha por “erradicar la pobreza y promover el empleo pleno y el trabajo decente, la igualdad entre los sexos y el acceso al bienestar social y la justicia social para todos”, según el sitio web de la entidad.

El tema de este año se centra en las recomendaciones del documento “Nuestra Agenda Común” para reforzar la solidaridad mundial y restablecer la confianza en los gobiernos bajo el lema “Superar barreras y desbloquear oportunidades para la justicia social”.

Así pues, la celebración del día este 2023 sirve para fomentar el diálogo con los Estados miembros, la juventud, los interlocutores sociales, la sociedad civil, las organizaciones de las Naciones Unidas y otras partes interesadas sobre las medidas necesarias para fortalecer el contrato social que se ha visto fracturado por el aumento de las desigualdades, los conflictos y el debilitamiento de las instituciones destinadas a proteger los derechos de los trabajadores.

A pesar de estas múltiples crisis, hay muchas posibilidades para construir una coalición en favor de la justicia social y desencadenar mayores inversiones en empleos dignos, con especial atención a la economía verde, digital y del cuidado, y a los jóvenes.

Una Coalición Mundial para la Justicia Social

La pobreza y las desigualdades dentro de los países y entre ellos están aumentando en muchas partes del mundo. Las crisis económicas y sociales de los últimos años se han visto agravadas por las consecuencias de la pandemia de COVID-19, los desastres naturales resultantes de la aceleración del cambio climático, las tensiones geopolíticas y los conflictos armados. Estas crisis, al margen de las tragedias humanas que provocan y su impacto en el mundo del trabajo, han puesto de manifiesto las interrelaciones y dependencias de las economías y sociedades en todo el mundo y la imperiosa necesidad de adoptar medidas concertadas para poder afrontarlas a nivel mundial, regional y nacional.

Esto ha ocurrido entre grandes transformaciones como las crecientes perturbaciones en las economías vinculadas a la globalización y la tecnología, importantes cambios demográficos, crecientes flujos migratorios y situaciones prolongadas de fragilidad. El mundo del trabajo no ha salido indemne de estas convulsiones. La aparente falta de respuesta satisfactoria a estos múltiples desafíos y cambios ha suscitado en muchos países un creciente descontento y desconfianza con respecto a las instituciones establecidas y los responsables de la vida pública.

Ante esta compleja situación, el sistema multilateral también se ha esforzado por adaptarse al entorno cambiante y dar respuestas concretas y coordinadas a muchos de los desafíos más acuciantes a los que se enfrenta el mundo. La creciente discordancia entre los compromisos internacionales asumidos y los logros concretos obtenidos ha fragilizado la acción multilateral y su credibilidad, dando pie a críticas abiertas o desinterés. Ahora más que nunca, es urgente que el sistema multilateral cumpla con sus compromisos y contribuya a aportar soluciones a los problemas cotidianos de las personas de manera más eficaz y coherente.

Foto: Internet/Medios