Edgardo Rivera Martínez: un país llamado cultura

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Siete años después de su partida, la obra de Edgardo Rivera Martínez sigue respirando con fuerza. La reciente publicación de sus Cuentos completos (Debolsillo) no solo representa una celebración editorial, sino también una oportunidad para volver a una de las voces más singulares de la literatura peruana contemporánea: un autor que vio en la cultura —y no en el conflicto— la posibilidad de integrar el país.

Un legado construido en la calma

Rivera Martínez (1933–2018) no necesitaba alzar la voz para hacerse escuchar. Quienes lo leyeron, o lo conocieron, saben que su narrativa era una invitación a la contemplación, a descubrir un Perú distinto: más integrado, más posible, más luminoso. En novelas como País de Jauja (1993) y Libro del amor y de las profecías (1999), esa visión se convirtió en forma literaria: una estética de la armonía entre lo andino y lo urbano, lo ancestral y lo moderno.

Para Betty Martínez Castilla, su esposa y actual promotora de su obra, la reciente edición de los Cuentos completos es una mezcla de alegría y nostalgia.

“Siento satisfacción y algo de pena. Me apena que Edgardo no haya podido ver este trabajo en vida”, afirma.

Una poética de la integración

Desde sus primeros relatos en El unicornio (1963), Rivera Martínez ya mostraba un estilo cuidado, lírico y profundamente enraizado en el mundo andino. Pero fue con Ángel de Ocongate, el cuento que ganó el primer premio de las Mil Palabras de Caretas en 1982, que su nombre cruzó definitivamente al imaginario del lector peruano.

Lejos de la etiqueta de escritor ajeno a lo social, Rivera Martínez tejía una crítica sutil pero firme a las injusticias del país. En palabras del crítico César Ferreira, sus cuentos están llenos de observaciones sobre la desigualdad, aunque con una sensibilidad que evita el panfleto.

Su literatura no negaba las sombras, pero apostaba por la luz:

“Su lenguaje señala confluencias, no lo que divide”, recuerda Betty.

Cultura como lugar posible

Quizás por eso País de Jauja sigue siendo un texto enigmático y necesario. No representa un espacio geográfico, sino un lugar simbólico donde el Perú se piensa desde la cultura, desde la posibilidad del entendimiento. En el IX Congreso Internacional de la Lengua Española (Cádiz, 2023), el director del Instituto Cervantes afirmó:

“El poder narrativo de País de Jauja es capaz de apostar por el optimismo sin renunciar a la inteligencia”.

Recuerdo vivo, lector presente

Rivera Martínez partió el 5 de octubre de 2018. Sin embargo, hasta sus últimos meses fue testigo del cariño de los jóvenes lectores. Su última actividad pública fue en julio de ese año, en un homenaje organizado por la Red Literaria Peruana. Fue ovacionado de pie por un auditorio lleno de estudiantes. También se recuerda con especial afecto la exposición itinerante que llevó su obra de vuelta a su natal Jauja.

Su capacidad de concentración, su humildad, su amor por la lectura y la música, su compromiso con un Perú más justo y más culto, lo convierten hoy en una figura imprescindible para pensar nuestra literatura desde la esperanza.

En cada cuento, en cada frase, Rivera Martínez no construyó solo escenarios o personajes: construyó un país. Uno donde la cultura no es adorno ni pretexto, sino el cimiento de todo. País de Jauja existe, sí. Está en los libros. Está en nosotros.

Foto Andina

 

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