La responsable de la Unidad de Neuromodulación del Servicio de Neurología de Olympia Quirónsalud, la doctora Vanesa Pytel, explicó este martes que el cerebro reacciona de forma diferente dependiendo de si se está conversando con una persona o con un asistente virtual basado en Inteligencia Artificial (IA).
«Las conversaciones humanas son un fenómeno neurobiológico complejo. Cuando hablamos con otra persona, nuestro cerebro activa múltiples redes de procesamiento. No sólo desciframos palabras, también interpretamos gestos, tonos, pausas, emociones, silencios. Áreas como la amígdala, la ínsula y la corteza prefrontal medial se activan para descodificar lo que el otro siente, no sólo lo que dice», explicó Pytel.
Tras ello, comparó las conversaciones con seres humanos con «bailar un tango», considerando que para ambas acciones se requiere de «atención plena», «sincronía emocional» y «adaptabilidad», recalcando que «cada paso, cada pausa y cada mirada construyen un tejido invisible que conecta mentes y corazones».
Sin embargo, hablar con una IA hace cambiar el patrón cerebral pues, aunque el lenguaje se continúa procesando, se «apaga» la respuesta emocional, obteniendo una interacción más lógica y más técnica, en la que el cerebro analiza sin empatizar.
Ciencia y tecnología: ¿En qué consiste el CTR y por qué ha dominado el éxito digital?
«Hablar con una IA es como bailar con un metrónomo: el ritmo está ahí, la precisión también. Pero falta el contacto, la resonancia emocional, la riqueza de lo imprevisible. Es funcional, pero no significativo», agregó.
La neuróloga señaló que uno de los límites «más evidentes» de la IA es la ausencia de empatía, y es que, a pesar de poder simular una escucha activa o un tono emocional, no sienten ni interpretan de forma afectiva lo que se les dice, algo que puede ser «suficiente» para tareas mecánicas, técnicas o informativas.
Sin embargo, cuando se trata sobre liderazgo, vínculos humanos o procesos creativos, Pytel consideró que estas carencias se acaban convirtiendo en un «importante» obstáculo, pues una conversación «no es solo» un intercambio de datos, sino un encuentro entre «subjetividades».
A pesar de ello, la especialista cree que la IA sí ofrece oportunidades cognitivas interesantes, pues se requiere formular pensamientos de manera clara, precisa y estructurada, lo que implica un esfuerzo mental que puede fortalecer las habilidades de síntesis, claridad mental, pensamiento crítico y ordenado.
«La eficiencia no reemplaza la conexión. La IA agiliza procesos, pero no construye vínculos. Y al final, la transformación verdadera, en las personas, en los equipos, en las culturas, no nace de respuestas automáticas, sino de conversaciones reales», expresó.
EL DESAFÍO DE ENTENDER CÓMO, CUANDO Y PARA QUÉ USAR LA IA
En relación a ello, la especialista expresó que el verdadero desafío consiste en entender cómo, cuándo y para qué usar los diferentes tipos de inteligencia pues, si bien las máquinas pueden ayudar a pensar, a organizar y a decidir con lógica, solo los humanos pueden sentir, conectar, intuir y transformar, algo de especial importancia en un mundo cada vez «más automatizado».
«El liderazgo del futuro no dependerá de tener todas las respuestas, sino de saber hacer las preguntas correctas, escuchar con empatía y construir confianza», agregó, tras lo que alertó que las decisiones, las relaciones y las culturas organizacionales están «profundamente modeladas» por el funcionamiento del cerebro, motivo por el que opinó que sería un «error» ignorar este hecho un entorno «cada vez más tecnológico».
IA Agéntica es la nueva Inteligencia Artificial que es capaz de pensar, planificar y actuar
Por último, insistió en que conversar con una IA puede ser útil, eficaz y hasta intelectualmente estimulante, pero que el valor del encuentro humano es «insustituible», pues la IA puede «procesar» las palabras, mientras el ser humano puede «sentirlas».
Google Beam: Inteligencia Artificial que borrará las distancias y redefinirá las videollamadas
Europa Press- Foto Dragos Condrea