Mucho antes de ser elegido como líder de la Iglesia Católica, Robert Francis Prevost, hoy conocido como el papa León XIV, ya había marcado una conexión profunda con el Perú. No solo obtuvo la nacionalidad peruana en 2015, sino que vivió, trabajó y compartió con comunidades en Chiclayo y el Callao, experiencias que hoy son reveladas en el libro El Papa Peruano, del periodista Renzo Gómez Vega, corresponsal de El País.
El libro, publicado por editorial Planeta, no solo sigue el recorrido de Prevost desde sus días como misionero agustino hasta su nombramiento como pontífice, sino que también explora anécdotas curiosas que lo muestran como una figura cercana, terrenal y, a veces, inesperada.
¿Papa futbolero?
Una de las preguntas más curiosas que aborda Gómez Vega es: ¿de qué equipo peruano es hincha el Papa? Durante años, se especuló sobre una posible simpatía por el Juan Aurich de Chiclayo o incluso por el desaparecido San Agustín. Sin embargo, el periodista afirma haber confirmado, tras entrevistas y repreguntas al propio Papa, que León XIV es hincha de Alianza Lima.
“Ese afecto nació a raíz de la tragedia del Fokker en 1987”, explicó Gómez Vega, refiriéndose al accidente aéreo que enlutó al fútbol peruano. También se menciona que el Papa solía bromear con ser hincha del San Agustín, equipo que brilló en los años 90.
Un papa en combi y con trucos de carretera
Pero el relato más llamativo ocurre en 1998, cuando Prevost conducía una combi rumbo a una ordenación sacerdotal en Apurímac. A la altura de Pampa Galeras, el parabrisas del vehículo se congeló por el intenso frío. La solución propuesta por el ahora pontífice sorprendió a todos:
“Alguien tiene que orinar sobre el parabrisas”, dijo.
Y así fue. Un voluntario ejecutó la inusual tarea, permitiendo que el viaje continuara gracias a las propiedades químicas de la urea en la orina, que ayudaron a descongelar el vidrio.
Misionero de campo
Más allá de la anécdota, este episodio refleja una de las principales enseñanzas de León XIV: el compromiso real con las comunidades más alejadas.
Según el autor, el Papa enseñaba a los seminaristas a ser autosuficientes: “Les decía que un misionero debe saber cambiar una llanta, revisar una bujía, conocer de mecánica. Solo así se puede llegar a los lugares más olvidados”.
Con El Papa Peruano, Gómez Vega no solo construye el retrato de un líder religioso, sino también el de un hombre que aprendió a ser guía desde la cercanía, la humildad… y el timón de una combi.
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