El «Mago» que voló sin red: Juan Valdivieso

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En una era de sueldos millonarios y redes sociales, es fácil olvidar a las leyendas que construyeron el fútbol de hoy. Pero hay nombres que trascienden el tiempo, y el de Juan Valdivieso Padilla es uno de ellos. Un guardameta que no solo marcó una época en el Alianza Lima de los años 30, sino que redefinió el puesto con un estilo único y una elegancia que cautivó a la afición. Su figura, la del ‘Mago’, quedó intacta en la memoria de quienes lo vieron volar.

Valdivieso era un arquero completo. No solo seguro y ágil, sino un verdadero líder que sabía ordenar a su defensa. Sus lances de palo a palo y salidas para cortar centros eran tan perfectos que se convertían en un espectáculo aparte. No era solo un atajador; era un artista bajo los tres palos, y el público, que llenaba el viejo Estadio Nacional, lo sabía. Los aplausos no eran para un jugador más, sino para una figura que irradiaba talento y carisma.

Se cuenta que, a pesar de sus brillantes actuaciones, hubo un momento en 1936 en el que muchos lo daban por acabado. Sin embargo, en el Campeonato “Competencia” de 1937, no solo recuperó su nivel, sino que demostró una madurez y un perfeccionamiento técnico que sorprendieron a todos. Fue una prueba irrefutable de que un maestro siempre tiene un as bajo la manga. Su capacidad para reinventarse fue tan grande como sus atajadas.

El reconocimiento de los grandes

El legado de Valdivieso no se limitó a la admiración de los aficionados peruanos. Críticos de la época, tanto locales como extranjeros, lo consideraban el mejor guardameta del mundo. El propio Sergio Livingstone, un referente del arco chileno, lo señaló como una figura sin parangón. Esto no es solo un halago, es un testimonio de su inmensa calidad y la forma en que su figura trascendió las fronteras. En una era en la que el fútbol no ofrecía los réditos económicos de hoy, su talento era su única moneda de cambio.

En una de las anécdotas más recordadas, su club de toda la vida, el Alianza Lima, realizó una exitosa gira por Chile en 1935. Durante un partido contra el Audax Italiano, el delantero chileno Roa se internó con la pelota en el área, habiendo superado a los defensas. Ante la inminente anotación, el ‘Mago’ se lanzó con la fuerza de un resorte. Con una mano se hizo del balón y con la otra detuvo el pie de Roa, en una atajada que, para los entendidos, solo un maestro podría haber ejecutado. La prensa chilena de entonces no dudó en inmortalizar la hazaña en los periódicos.

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La influencia y el retiro

Además de su carrera en la cancha, Valdivieso fue un destacado técnico y, con el tiempo, llegó a ser jefe del Departamento de Deportes del Concejo Provincial de Lima. Su influencia se extendió más allá del campo, demostrando una vida dedicada al deporte y su desarrollo. Un hombre que, a pesar de no haber ganado millones con el fútbol, supo labrarse un camino exitoso fuera de él, brindando a sus hijos la mejor educación y rodeándose de buenos amigos.

Su figura destaca aún más al ser comparado con la larga lista de grandes arqueros peruanos que siguieron sus pasos. Nombres como Jorge Pardón, Rafael Asca o Juan Honores brillaron en su momento, pero se reconoce que ninguno logró igualar la maestría y el aura que rodeaba a Valdivieso. Él fue la vara con la que se medirían las futuras generaciones, el guardameta original que hizo de Perú una “tierra de arqueros”.

Hoy, con la distancia que da el tiempo, su historia nos recuerda el valor del talento puro, de la técnica depurada y de la pasión por un juego. Valdivieso no solo fue un arquero; fue un estandarte de una época, un ‘Mago’ que hizo magia con las manos y que, sin la ayuda de la tecnología ni los grandes contratos, voló más alto que nadie.

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