El Vía Crucis del Papa Francisco condena a países que cierran puertas a migrantes (VIDEO)

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El mensaje del Vía Crucis del papa Francisco en el Coliseo de Roma fue el más contundente , en su apoyo a los migrantes al condenar a los países que les cierran sus puertas tras recordar que  “Jesús también fue un refugiado.

En Viernes Santo, la festividad en la que los cristianos conmemoran la muerte de Jesús, y en un escenario tan sugestivo como el Coliseo romano, Francisco llevó a varios migrantes y trabajadores sociales que se encargan de este fenómeno.

Y en medio de todo este ritual, las meditaciones del Vía Crucis condenaron la parálisis de los Estados y el rechazo que se produce en algunos de ellos hacia los extranjeros, mientras “el desierto y el mar se han convertido en los nuevos cementerios de hoy”.

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Las palabras escritas por la monja Eugenia Bonatti, presidenta de la asociación ‘Slaves no more’ (Esclavas nunca más), fueron  leídas durante las oraciones que recuerdan cada una de las estaciones previas a la crucifixión de Cristo.

 Sin embargo, en estas reflexiones se percibe a la perfección el pensamiento del Papa, quien encargó a la religiosa este discurso central para los cristianos. Sor Eugenia se dedica desde hace décadas a la atención a las mujeres migrantes y víctimas de la trata, que en la mayoría de las ocasiones son traídas a Europa, donde se ven obligas a prostituirse.

Por eso, ya en la introducción expresó que la intención era recorrer la “Vía Dolorosa, junto a todos los pobres, los excluidos de la sociedad y los nuevos crucificados de la historia actual, víctimas de nuestra cerrazón, del poder y de las legislaciones, de la ceguera y del egoísmo, pero sobre todo de nuestro corazón endurecido por la indiferencia”.

En un paralelismo áspero se recordó que ellos, los migrantes -también personas sin hogar o jóvenes sin trabajo y perspectivas- son los “nuevos crucificados” mientras que los gobiernos que miran para otro lado actuarían como verdugos.

La Virgen y las mujeres que permanecieron junto a Jesús en la cruz sirvieron como ejemplo para que “nos inspire a comprometernos para no hacer sentir la soledad a cuantos agonizan hoy en tantos calvarios dispersos por el mundo, como los campos de acogida similares a campos de concentración en los países de tránsito, los barcos a los que se niega un puerto seguro, las largas negociaciones burocráticas para llegar al destino final, los centros de permanencia, las zonas críticas, los campos para trabajadores temporales”.

También se recordó que “frente a esas muertes no hay respuestas; pero hay responsabilidad. Hermanos que dejan morir a otros hermanos. Hombres, mujeres, niños que no hemos podido o querido salvar. Mientras los gobiernos discuten, encerrados en los palacios del poder, el Sáhara se llena de esqueletos de personas que no han resistido el cansancio, el hambre, la sed”. (ECHA- Agencias)