La economía en el mundo: los aprendizajes que nos dejó esta ciencia durante el 2024?

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Ya en junio de 2025, y con los análisis económicos de 2024 ya consolidados, se pueden identificar diversos aprendizajes destacados a nivel global y también con algunas particularidades regionales sobre una de las ciencias más importante en el mundo.

Basándome en la información disponible hasta principios de 2025, estos son algunos de los puntos clave

La persistencia (y matices) de la inflación: aunque en muchos países se observó una moderación de la inflación que había sido elevada en años anteriores, el 2024 enseñó que la «última milla» para llevar la inflación a los objetivos de los bancos centrales puede ser más complicada y prolongada de lo esperado. Se vio que las presiones inflacionarias subyacentes podían ser más persistentes en ciertos sectores, especialmente en servicios, y que factores geopolíticos o shocks de oferta aún tenían capacidad de generar repuntes. El aprendizaje fue la necesidad de mantener una política monetaria vigilante y adaptable, sin declarar victoria prematuramente.

La resiliencia (pero desigual) del crecimiento global: a pesar de los temores de una recesión generalizada que se arrastraban de años anteriores, muchas economías mostraron una sorprendente resiliencia en 2024. Sin embargo, este crecimiento fue desigual. Algunas economías avanzadas lograron un «aterrizaje suave», mientras que otras experimentaron estancamiento o contracciones leves. Los mercados emergentes presentaron un panorama mixto, con algunos beneficiándose de la demanda de materias primas o de la reorganización de las cadenas de suministro («nearshoring» o «friend-shoring»), y otros luchando con altos niveles de deuda y condiciones financieras restrictivas. La lección fue la importancia de la diversificación y la fortaleza de los fundamentos macroeconómicos internos.

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El impacto continuo de la geopolítica en la economía: el 2024 reafirmó cómo los eventos geopolíticos (conflictos en curso, tensiones comerciales, realineamientos estratégicos) siguen siendo un factor determinante para la estabilidad económica global. Se observaron interrupciones en cadenas de suministro, volatilidad en los precios de la energía y un mayor énfasis en la seguridad económica y la autonomía estratégica por parte de diversos bloques. El aprendizaje clave fue la necesidad de que las empresas y los gobiernos incorporen de manera más robusta el riesgo geopolítico en sus planificaciones y estrategias de resiliencia.

La Inteligencia Artificial como motor de productividad (y disrupción): si bien el auge de la IA  generativa comenzó antes, el 2024 fue un año donde se empezó a ver de forma más tangible su potencial impacto en la productividad en diversos sectores. Sin embargo, también se hicieron más evidentes los debates sobre la regulación, el impacto en el mercado laboral (desplazamiento de empleos versus creación de nuevos roles) y la necesidad de inversión en capacitación y adaptación. La lección fue que la IA es una fuerza transformadora que requiere una gestión proactiva para maximizar sus beneficios y mitigar sus riesgos.

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La urgencia de la transición energética y sus costos: los fenómenos climáticos extremos y la necesidad de cumplir con los objetivos de reducción de emisiones siguieron presionando por una transición energética más acelerada. En 2024, se hizo más evidente el debate sobre los costos asociados a esta transición, quién los asume, y cómo financiar las enormes inversiones requeridas, especialmente en un contexto de tasas de interés más altas y restricciones fiscales en muchos países. El aprendizaje fue la necesidad de encontrar mecanismos de financiación innovadores y asegurar que la transición sea justa y equitativa.

El desafío de la deuda soberana: para muchos países en desarrollo y algunos mercados emergentes, la carga de la deuda soberana siguió siendo una preocupación importante en 2024, exacerbada por tasas de interés globales más altas durante un período prolongado. La lección fue la importancia de una gestión fiscal prudente y la necesidad de mejorar los mecanismos internacionales para la reestructuración de la deuda de manera oportuna y eficiente.

 

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