“Queridas hermanas y hermanos. Este es el primer saludo de Cristo resucitado, el buen pastor que dio su vida por el rebaño de Dios. Yo también quisiera que este saludo de paz entrara en vuestros corazones y llegase a sus familias a todas las personas en todas partes a todos los pueblos a toda la tierra, La paz sea con ustedes”, expresó hoy Robert Prevost, Papa León XIV, luego de salir al balcón del Vaticano tras ser anunciado como nuevo pontífice de la Iglesia Católica.
¿Pero que entiende la Iglesia Católica como paz?
Lo concibe como un concepto multifacético que trasciende la mera ausencia de conflicto armado. Si bien el fin de la guerra es un componente esencial, la visión católica de la paz se arraiga en una comprensión profunda de la dignidad humana, la justicia, el amor y el orden social. No se trata de un simple equilibrio de fuerzas, sino de un estado dinámico que brota de la búsqueda constante del bien común y el respeto por cada persona.
Desde la perspectiva católica, la paz es intrínsecamente una obra de la justicia. Siguiendo la enseñanza de San Agustín, se entiende como la «tranquilidad del orden». Este orden implica una sociedad donde los derechos son respetados, las desigualdades excesivas son combatidas y se promueve un desarrollo integral para todos. La injusticia, por lo tanto, es vista como una amenaza constante a la paz, generando tensiones y conflictos.
La caridad, entendida como el amor cristiano, es otro pilar fundamental del concepto católico de la paz. Es el efecto de la caridad lo que impulsa la fraternidad y la aceptación mutua, elementos indispensables para construir relaciones pacíficas tanto a nivel individual como entre naciones. La paz, en este sentido, no puede alcanzarse plenamente sin una disposición al perdón, la misericordia y la solidaridad, incluso hacia los adversarios.
El Catecismo de la Iglesia Católica subraya que el respeto y el desarrollo de la vida humana exigen la paz. Esto implica una defensa activa de la vida desde la concepción hasta la muerte natural y el compromiso con la salvaguardia de los bienes de las personas y los pueblos. La paz es vista como una condición necesaria para que la vida humana pueda florecer en plenitud.
Las enseñanzas papales recientes, como la encíclica Fratelli Tutti del Papa Francisco, han enfatizado la conexión entre la paz y la fraternidad universal. Se destaca la necesidad de construir puentes en lugar de muros, fomentar la amistad social y reconocer que todos somos parte de una única familia humana. La paz es un camino que requiere artesanos de paz dispuestos a sanar heridas y generar procesos de reencuentro.
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En definitiva, para la Iglesia Católica, la paz es un don de Dios y, al mismo tiempo, una tarea humana constante. Exige un compromiso inquebrantable con la verdad, la justicia y la misericordia. Implica luchar contra el pecado y la injusticia en todas sus formas y trabajar activamente por un orden social basado en el amor y el respeto a la dignidad de cada persona. Es una aspiración que encuentra su plenitud en el Reino de Dios, pero que estamos llamados a construir desde ahora en la historia.