Médico señala que ni Mozart ni Beethoven habrían sido alcohólicos

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La última vez que el genio austriaco Wolfgang Amadeus Mozart fue retratado fue en 1791, un año antes de su muerte. En la imagen, pintada por Johann Georg Edlinger, el músico aparece con la cara hinchada y rojiza, lo que se ha interpretado a través del tiempo como prueba para afirmar que el compositor sucumbió ante el alcoholismo durante los últimos años de su vida

“Llegué a la conclusión de que las afirmaciones sobre el alcoholismo de Mozart tienen poco sustento”, afirma a The Guardian Jonathan Noble, un médico jubilado británico quien escribió un libro en que intenta desmentir los mitos en torno a las muertes de grandes genios compositores.

“Empecé escribiendo sobre enfermedades tratando de descubrir de qué murieron realmente los grandes compositores. Pronto se hizo evidente que muchos no tenían ningún diagnóstico, sus afecciones eran solo rumores”, explica.

Para llegar a esta aseveración, estudió los informes post mortem y las notas médicas de cada personaje, descubriendo que la mayoría de las veces los cuentos de alcoholismo o enfermedades venéreas eran principalmente chismes, sostenidos por biógrafos que quisieron perjudicarlos.

También descartó el alcoholismo en las causas de muerte de Beethoven, Tchaikovsky y Brahms.

“El alcoholismo es inconsistente con la composición musical seria y sostenida”, afirma el autor. “Si eres un verdadero alcohólico, no hay forma de que puedas componer óperas, sinfonías o cuartetos de cuerda”.

Del mismo modo, el cirujano señala que Sibelius, quien a menudo es retratado como alcohólico crónico, vivió hasta los 90 años y mantuvo una buena relación con su familia.

“Los alcohólicos crónicos rara vez alcanzan su cumpleaños nonagésimo y tampoco tienen vidas tranquilas y ordenadas junto a sus esposas durante muchos años”, asegura.

 El doctor Noble además asegura que ni Maurice Ravel ni Benjamin Britten sufrieron de sífilis. En el caso de este último, pudo acceder a las notas médicas que indicaban que Britten tenía una válvula cardíaca enferma y no una enfermedad de transmisión sexual.

En la introducción al libro, que se titula “That Jealous Demon, My Wretched Health” (2018), el autor declara: “La reputación de muchos compositores ha sido mancillada. Aquí se hace un intento objetivo para hacer justicia a sus reputaciones”.

Fuente: Emol.com