México: Evocan al legendario líder revolucionario y dicotómico Pancho Villa

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CIUDAD DE MÉXICO.- En el Año de Francisco Villa se realiza un taller sobre el legendario Pancho y sus soldados, cuyo nombre verdadero es José Doroteo Arango Arámbula, nacido en 1878 y asesinado en 1923.

Como parte del curso-taller “El villismo y su legado. Reflexiones históricas”, organizado por la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, el historiador Edgar Sáenz abordó al “Centauro del Norte” desde narraciones de quienes estaban en su movimiento.

Señala que Pancho Villa fue un líder dicotómico: enérgico e incluso temible cuando se trataba de castigar a quienes lo traicionaban, pero a la vez valiente en el combate, afable en su conversación y bondadoso con el pueblo, era aquel que repartía maíz, frijol y los víveres de su milicia en las comunidades asoladas por el fuego revolucionario.

Presentó testimonios de veteranos villistas que se resguardan en el Archivo de la Palabra, que hace poco fue nombrado Memoria del Mundo de México por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).

Precisó que se resguardan testimonios de hombres y mujeres enrolados en corrientes revolucionarias, desde maderistas a zapatistas, carrancistas, obregonistas, y el énfasis de sus indagaciones estuvo en la óptica de los villistas en torno a su líder.

De acuerdo con ello, el historiador refirió que muchos de los hombres que se integraron a las fuerzas de Villa y llegaron a conformar la División del Norte reconocieron en el personaje a alguien que enarboló la legitimidad del maderismo.

Asimismo, dijo, entre los hombres del norte, Villa era alguien con quien lograban una identificación rápida, pues al igual que muchos de ellos había surgido del pueblo e, incluso, tenía un pasado como proscrito de la ley durante el porfiriato, debido a los años cuando fue un bandido dedicado al abigeato.

“Tenía un jalón el hombre que dondequiera, al pueblo que llegara, inmediatamente se presentaban voluntarios”, comentó el historiador al leer una cita textual del teniente coronel Victorio de Anda Ramírez.

Sus soldados reconocían igualmente el arrojo que Villa demostraba en cada combate. Así, otro de sus subordinados, Eduardo Ángeles, opinaba al respecto:

“Aunque uno fuera cobarde se volvía valiente, teniendo a la cabeza al general Villa. Yo me acuerdo que en los momentos difíciles, por ejemplo, en Zacatecas, que fue una cruenta lucha […] me incorporé a un grupo de la fusión de dos estados mayores: del general Villa y del general Ángeles”.

“Lo veía yo tan imponente, cabalgando al galope, que pues creo que era imposible no seguirle”.

Los villistas, agregó Edgar Sáenz, reconocían en su general a un hombre de personalidad fuerte, respetuoso hacia el valor de la lealtad y a la vez enérgico cuando se trataba del caso contrario, es decir: la traición.

Cuando Villa depuso las armas en 1920, sus soldados y ex soldados no percibieron este hecho como una derrota, sino como una salida honrosa para el hombre y para su movimiento, concluyó el historiador.

Fuente y foto Prensa Latina