WASHINGTON (EEUU).- Crece la expectativa ante el choque de este domingo entre el PSG y el Chelsea en el Mundial de Clubes de fútbol, una final que trasciende nombres y escudos para convertirse en relato épico de ambiciones enfrentadas.
Como un vendaval calculado llega el PSG, con un DT Luis Enrique que ha convertido la constelación parisina en orquesta precisa. Del otro lado, el Chelsea se presenta como el ave fénix de Stamford Bridge, renacido entre cenizas y liderado por el DT Enzo Maresca que ha insuflado orden y esperanza a su joven escuadra.
El escenario no podía ser más simbólico: una catedral moderna del deporte sobre la cancha del MetLife Stadium de Nueva Jersey para dirimir quién manda en el fútbol global de clubes.
Los franceses no han mostrado fisuras. Invictos, con una defensa casi inexpugnable y un mediocampo que juega como si la partitura estuviese escrita en código binario: milimétrica. Ousmane Dembélé es vértigo, Fabián es bisturí, y Gonçalo Ramos ha sido el puñal que sentencia. Ya han tumbado a gigantes como Real Madrid y Bayern; ahora van por la consagración total.
Pero Chelsea no llegó a esta final como turista. Eliminó con firmeza a los brasileños Palmeiras y Fluminense. El mediocampo azul, con la solidez de Caicedo y Enzo Fernández, ha sido un muro elegante, mientras Palmer y João Pedro representan el futuro vestido de presente.
El duelo de estilos promete: el PSG saldrá a devorar espacios, a marcar ritmo y encerrar al rival como serpiente. Chelsea apostará al aguante, a la pausa inteligente, a la puñalada en la espalda cuando París cometa el pecado de la confianza.
En lo emocional, la presión recae sobre los franceses, favoritos por consenso. Los ingleses, sin nada que perder, pueden jugar con el alma ligera y el corazón ardiente.
La final del Torneo de Clubes Campeones es un espejo donde se reflejan dos filosofías, dos caminos hacia la gloria. Cuando ruede el balón, millones sabrán que están presenciando algo más grande que 90 minutos. Una tarde, una historia, un título… y un ganador que escribirá su nombre con fuego en la memoria del fútbol.
Fuente Prensa Latina / foto X