El papa Francisco, durante su pontificado (2013-2025), defendió incansablemente el trabajo como pilar de la dignidad humana y herramienta clave para combatir la desigualdad.
Sus reflexiones, basadas en la doctrina social de la Iglesia, destacaron los siguientes ejes:
El trabajo como derecho fundamental
Para Francisco, el trabajo no solo es un medio de subsistencia, sino un acto que permite al ser humano realizarse y contribuir al bien común. En 2013, afirmó: «El trabajo es fundamental para la dignidad de las personas. Sustenta a las familias y contribuye al crecimiento de las naciones». Criticó sistemas que perpetúan salarios injustos, desempleo y explotación, señalando que millones de personas son privadas de este derecho básico.
Lucha contra la desigualdad económica
Denunció la brecha entre ricos y pobres como un fracaso moral. Citando a Benedicto XVI, advirtió que la desigualdad excesiva erosiona la cohesión social y debilita la democracia. Propuso crear empleos de calidad con salarios justos y redes de protección para trabajadores vulnerables.
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Defensa de los migrantes y trabajadores informales
Francisco vinculó la justicia laboral con los derechos de los migrantes. En su visita a Lampedusa (2013), comparó los centros de detención con «campos de concentración» y abogó por políticas migratorias que protejan derechos humanos. Destacó que muchos migrantes aportan talentos esenciales a las sociedades que los acogen.
Espiritualidad del trabajo
Inspirado en Jesús carpintero, promovió una visión del trabajo como vocación y servicio. En 2013, compartió una oración pidiendo que el trabajo sea fuente de alegría y crecimiento, no de opresión: «En tiempos de sistemas injustos, mantengamos viva la esperanza».
Llamado a empresarios y sindicatos
Instó a los líderes empresariales a anteponer la dignidad humana a las ganancias y a los sindicatos a luchar por salarios dignos y condiciones laborales seguras. El pontífice reconoció el rol histórico de los sindicatos y los animó a reformarse para enfocarse en el bien común.
Legado y controversias
Aunque su enfoque generó tensiones con sectores conservadores, su mensaje sigue resonando. Francisco murió el 21 de abril de 2025, dejando un legado de Iglesia cercana a los pobres y defensora de una economía al servicio de las personas.