Ramón Valdés: el gran «don Ramón»

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Ramón Antonio Esteban Gómez Valdés y Castillo, conocido por millones como Don Ramón, fue un actor y comediante mexicano que trascendió fronteras con su talento innato para la comedia. Nació el 2 de septiembre de 1923 en la Ciudad de México, en el seno de una familia con una marcada inclinación artística. Fue el tercero de once hermanos, entre los cuales destacaron también los reconocidos actores Germán Valdés «Tin Tan» y Manuel «El Loco» Valdés, forjando así una dinastía de comediantes en el cine y la televisión mexicana.

Desde muy joven, Ramón Valdés mostró interés por la actuación, siguiendo los pasos de sus hermanos mayores. Sus inicios en el cine fueron a menudo como extra o en papeles muy pequeños, lo que le permitió adquirir experiencia y familiarizarse con el ambiente cinematográfico. Trabajó en más de 50 películas durante la Época de Oro del cine mexicano, muchas de ellas junto a su hermano Tin Tan, en las que solía interpretar a personajes secundarios que, a pesar de su breve aparición, lograban dejar una huella por su particular estilo y carisma.

Su carrera cinematográfica abarcó décadas, participando en cintas como «Calabacitas tiernas» (1949), «El rey del barrio» (1950) y «Soy charro de levita» (1956), entre muchas otras. A pesar de su prolífica actividad en el cine, fue en la televisión donde encontraría el papel que lo inmortalizaría y lo convertiría en un ícono de la cultura popular latinoamericana: Don Ramón en «El Chavo del 8«.

Fue Roberto Gómez Bolaños, «Chespirito», quien lo invitó a formar parte de su elenco a principios de la década de 1970. El personaje de Don Ramón, el inquilino moroso, desempleado y viudo, que vive con su hija La Chilindrina en la vecindad, rápidamente se ganó el corazón del público. Su humor se basaba en su ingenio, su sarcasmo, sus interacciones con los demás personajes (especialmente con el Señor Barriga y Doña Florinda) y su inconfundible vestuario, convirtiéndolo en uno de los pilares de la serie.

La química entre Ramón Valdés y el resto del elenco era palpable, y su improvisación y gestos naturales le daban una autenticidad única a su personaje. «El Chavo del 8» y «El Chapulín Colorado» lo catapultaron a la fama internacional, llevando su imagen y humor a millones de hogares en Hispanoamérica y más allá. Su popularidad era tal que, incluso después de su partida de los programas de Chespirito, su personaje de Don Ramón seguía siendo evocado y recordado con gran cariño.

Angelines Fernández: más allá de la vecindad

A pesar del éxito, Ramón Valdés se retiró de «El Chavo del 8» en varias ocasiones debido a desacuerdos con la producción. Su última etapa en la televisión fue en el programa «Ah, qué Kiko!» junto a Carlos Villagrán, donde intentó recrear parte de la magia de la vecindad, aunque sin el mismo impacto que su rol original. Su salud comenzó a deteriorarse debido al cáncer de estómago que padecía y que se había extendido.

Ramón Valdés falleció el 9 de agosto de 1988, a la edad de 64 años, dejando un vacío irremplazable en el humor mexicano y latinoamericano. Su funeral fue multitudinario, reflejo del profundo cariño y admiración que le profesaban sus colegas y el público.

Su legado, sin embargo, perdura. Don Ramón se ha convertido en un arquetipo cultural, un símbolo del hombre común que enfrenta las adversidades con ingenio y resignación, pero siempre con un toque de dignidad. Su rostro y sus frases célebres siguen siendo parte del imaginario colectivo, demostrando que su humor trascendió las pantallas para convertirse en parte de la memoria afectiva de varias generaciones.

Hoy, Ramón Valdés es recordado no solo como un extraordinario comediante, sino como un ícono de la televisión, cuyo carisma y autenticidad continúan haciendo reír y conmoviendo a nuevas audiencias en todo el mundo.

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