Catar 2022: Un poco más y a lo mejor podemos entendernos (Análisis)

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El desabrido empate ante Uruguay dejó a la bicolor en zona de oscuridad, con una interrogante sobre su futuro y la pérdida paulatina de posibilidades, aunque lo último que se pierde es la esperanza.

Cierto es que estamos vivos, más bien tibios, ante una la fotografía visual de la tabla de posiciones, como inquilinos del penúltimo lugar que en nada favorece. Más lejos del Mundial y cerca de una desazón.

También es cierto que todo puede cambiar el domingo ante un razonable triunfo ante Venezuela. Una razón forzada a que debemos ganar a los llaneros y pelear a morir con los brasileños.

Estamos todavía sin encontrar el rumbo, el empate ante los charrúas no estaba en el menú de lo que podíamos ganar en la fecha triple cuyo cálculo aparecía una suma de al menos siete puntos de los nueve disponibles.

La advertencia está dada, Ricardo Gareca no puede equivocarse. Fue un error suyo poner a Orejas Flores y dejar a Sergio Peña en el banco. Cuando lo envió a la cancha para apagar el incendio, fue demasiado tarde.

El partido ante la Vinotinto es vital. No se puede fallar. Gareca tiene la enorme responsabilidad de no caer en los errores. El partido ante los uruguayos debió ganarse, pero los tambaleantes yerros del Tigre hicieron que el pozo de la dicha quede sin llenarse.

Ahora bien, queda el partido del domingo ante los venezolanos. Un rival que no está tan apetecible como antes. Los llaneros han crecido y pese a que perdieron con Argentina 3-1 en Caracas, no puede decirse que es pan comido. (Hugo Laredo).  

Foto EFE