Zlatan Ibrahimović, nacido en Malmö, Suecia, de padres inmigrantes, no ha sido únicamente un futbolista, sino un fenómeno cultural. Desde sus humildes comienzos en Rosengård hasta convertirse en una de las figuras más polarizadoras y admiradas del deporte rey, su carrera fue una constante demostración de talento descomunal, una confianza en sí mismo casi mística y una personalidad que rompe cualquier molde. Zlatan fue sinónimo de goles espectaculares, títulos en casi todas las ligas que pisó y declaraciones que se convirtieron instantáneamente en titulares, creando una narrativa única que lo eleva por encima del simple deportista.
Su explosión en la élite comenzó en el Ajax de Ámsterdam, donde rápidamente se hizo notar no solo por su técnica depurada, sino también por su carácter. Una de las anécdotas más tempranas y verificadas que lo definen ocurrió en 2004, cuando fichó por la Juventus. En su primera sesión de entrenamiento, según él mismo relata en su autobiografía «I am Zlatan Ibrahimović», se enfrentó directamente a la estrella y capitán de la Juve, Lilian Thuram, un experimentado defensor campeón del mundo. Zlatan, aún un joven recién llegado, no dudó en ir al choque y demostrar su superioridad en un regate ante el francés. Este episodio, aunque pequeño, ya vaticinaba la inquebrantable determinación y la audacia que lo acompañarían durante toda su carrera, sin importar el rival o el escenario.
A lo largo de su trayectoria, Ibrahimović se convirtió en un «coleccionista» de títulos ligueros, ganando con Juventus, Inter de Milán, Barcelona, AC Milan y Paris Saint-Germain. Sin embargo, su paso por el FC Barcelona, aunque exitoso en términos de títulos (una Liga y una Supercopa de Europa, entre otros), estuvo marcado por su tensa relación con el entonces técnico Pep Guardiola. La anécdota más conocida de ese periodo es su confrontación directa con Guardiola en el vestuario, que él mismo describió con detalle. Después de un partido en el que se sintió relegado, Zlatan le increpó: «Tú no tienes huevos… te cagas con Mourinho. Vete a la mierda». Esta explosión, que llevó a su salida del club, demostró que para Zlatan la verdad y su propio ego estaban por encima de cualquier jerarquía o club, incluso del todopoderoso Barcelona de esa época.
Pero un momento que encapsuló la genialidad y la extravagancia de Zlatan en el campo, fue su gol de chilena contra Inglaterra en un amistoso en 2012. Desde casi 30 metros de distancia, Zlatan aprovechó un mal despeje del portero Joe Hart y, de espaldas al arco, ejecutó una bicicleta que se incrustó en la portería, dejando a todos atónitos. Este gol, galardonado con el Premio Puskás de la FIFA, no solo fue un alarde de técnica y atletismo, sino también un símbolo de su creencia de que era capaz de cualquier cosa. Él mismo bromeó después: «Cuando la vi volar hacia el arco pensé: ‘ ¿Cómo puede ser tan espectacular?'».
Su etapa en el Paris Saint-Germain (PSG) lo elevó a un estatus de ídolo. Allí no solo ganó ligas consecutivas, sino que se convirtió en la cara del ambicioso proyecto qatarí. Una anécdota que resume su visión sobre su impacto es su famosa frase al dejar el club en 2016: «Llegué como un rey, me voy como una leyenda». Esta declaración, citada innumerables veces, refleja su autopercepción y el legado que consideraba haber dejado en la capital francesa, donde se convirtió en el máximo goleador histórico del club en ese momento y llevó al PSG a la élite europea.
Incluso en la fase final de su carrera, cuando muchos esperaban su declive, Zlatan continuó desafiando las expectativas. Su regreso al AC Milan en 2020, con casi 40 años, fue una jugada maestra. No solo aportó goles, sino también una mentalidad ganadora y liderazgo a un equipo joven. Se cuenta que su influencia en el vestuario era tal que cambiaba la dinámica de los partidos incluso desde el banquillo, a puro grito y exigencia. Su rol fue fundamental para que el Milan ganara la Serie A en la temporada 2021-2022, un título que no conseguían desde hacía más de una década demostró que la edad era solo un número cuando se tiene la pasión y la preparación física que él poseía.
Finalmente, tras una carrera legendaria, Zlatan Ibrahimović anunció su retiro del fútbol profesional en junio de 2023, en el estadio San Siro. Fiel a su estilo, fue un momento emotivo pero cargado de su característica personalidad. En su discurso de despedida, entre lágrimas que sorprendieron a muchos, no dejó de lado su autoconfianza: «Cuando me levanté esta mañana, llovía. Y yo pensé: ‘Hasta Dios está triste’. Este último comentario, a la vez conmovedor y grandilocuente, selló su legado como un futbolista que siempre fue fiel a sí mismo, un artista del balón y de la palabra, cuya historia es una oda a la perseverancia, el talento y, por supuesto, a la inconfundible «Zlatanmanía».
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