Aventuras y desventuras en la gobernabilidad del país

 

¿Estos son tiempos de destapes y múltiples estropicios? Creo que no es exagerado compartir tal opinión. Lacerante, además, porque hace temer que la gobernabilidad, con su promesa de cambios sociales y modernidad, se vaya al tacho, pese a que el presidente Kuczynski cuenta aún con un 52 por ciento de aprobación ciudadana. Porcentaje que difiere con el 62 por ciento que tenía hace un mes y que podría caer más si el mandatario, que es quien tiene las riendas de la gobernanza, no logra amansar a tiempo tan chúcaro equino.

Ocultar esta realidad no ayuda en nada. Los errores y la falta de talento que se vienen perpetrando y descubriendo en el Ejecutivo, van acompañados, además, de una vecindad que no le tiene afecto alguno. Que disfruta de las penurias por la que atraviesa y que busca su desgaste lo más pronto posible. ¿Qué anima a tal vecindad, empoderada en el Poder Legislativo? Por un lado, un rencor sin limites, y por otro, un espíritu de venganza. Todo a consecuencia del desastre electoral, que hizo que se frustrara el sueño de llegar a la presidencia de la república. Tal actitud, sin embargo, le está costando caro. La ciudadanía advierte que en el Poder Legislativo se van dando errores cada vez mayores y existe, asimismo, ausencia de talento. Por eso, a la fecha, un 57 por ciento de la población le baja el dedo en señal de desaprobación, frente a un escuálido 27 por ciento que lo ve como aceptable. La sanción afecta, de paso , la imagen de la actual presidenta del Congreso. Un 40 por ciento del electorado no ve con buenos ojos la gestión de Luz Salgado Rubianes y un escaso 36 por ciento le da su apoyo.

Si hubiera que hacer un listado de los errores del gobierno, en primer lugar habría que poner el hecho de haber nombrado como asesores a tipos de la calaña de Carlos Morales, un médico acostumbrado- según sus antecedentes- a dar malos pasos y según muchos, hasta delincuenciales. Huelga decir que en otras dependencias estatales es muy posible que haya la presencia de sujetos que tienen el mismo perfil. Los mismos no son cesados, simplemente porque el gobierno no cuenta entre sus filas con técnicos ni profesionales idóneos para participar en la gobernanza. La designación como jefe de la Sunat de Víctor Shiguiyama -profesional que carece de malos antecedentes, pero que viene de las canteras políticas del fujimorismo- es una demostración de esto último. Allí no acaban las desventuras del gobierno. Su bancada parlamentaria no da la talla. Además de estar fraccionada, es huérfana de talento. En estos últimos días parte de ella dio su voto favorable por José Chlimper y Rafael Rey, candidatos del fujimorismo y del aprismo, como directores del Banco Central de Reserva. Ninguno de los dos reúne los requisitos para ejercer tan importantes funciones en el ente que maneja la política monetaria del país. Chlimper, ex candidato a la vicepresidencia de la república en la plancha de Keiko Fujimori, tiene pendiente un juicio por haber suministrado a un canal de televisión unos audios adulterados, con el propósito de favorecer a Joaquín Ramírez, el mismo que tiene cuentas por rendir ante la DEA. Rey carece de los conocimientos suficientes en economía y finanzas, como así lo ha hecho público él mismo. Sin embargo, una de las partes de la fraccionada bancada gubernamental, optó por darles el visto bueno.¿Por qué lo hicieron? Esa pregunta flota sin respuesta convincente.

Lo que viene ocurriendo con el gobierno es toda una pesadilla y de las más bravas. Contaminada, por otro lado, con escándalos de la mayor magnitud, como los protagonizados por el juez Ismael Felipe Orozco, titular del Juzgado de Investigación  Preparatoria Transitoria, de Huaral, y por el juez Ángel Ernesto Mendivil, del Cuarto Juzgado de Investigación Preparatoria Nacional. Uno y otro están cuestionados por haber puesto en libertad a delincuentes avezados, con antecedentes criminales, incluyendo a oficiales y suboficiales de la Policía Nacional, enredados como secuaces de bandas calificadas de muy peligrosas. Si bien es cierto que lo ocurrido no ha sido por culpa del gobierno y más bien atañe al desprestigiado Poder Judicial, el repudio ciudadano es general. Todo el mundo comenta lo mal en que se encuentra el país. Aunque no precisamente todo el mundo. Quienes deben estar felices con lo ocurrido son los políticos que esconden sus vinculaciones con el crimen organizado, los narcotraficantes, los extorsionadores, los dedicados al lavado de activos, los sicarios que hoy por hoy llegan al extremo de asesinar a cualquier hora del día y en lugar escogidos por quienes les pagan.

Decíamos que, así las cosas, corre peligro la gobernabilidad del país, entendida como estabilidad institucional y política y efectividad en la toma de decisiones y en la acertada administración. Repitiendo a Luciano Tomasini, la gobernanza depende del fortalecimiento de la sociedad civil, la evolución de la cultura política, la orientación y el comportamiento de la economía, la integración de nuevos sectores de la sociedad civil en el sistema productivo. ¿Está ocurriendo esto en el actual proceso gubernamental? ¿Qué aporta, además de voluntad, el régimen de Kuczynski? ¿Qué hace el Congreso de la República, más allá de copar todas las instituciones del Estado, con gente de su cercanía? Lo expresado por la ciudadanía en las más recientes encuestas de opinión tienen el significado de una respuesta contundente. Ni el Ejecutivo ni el Legislativo están cumpliendo con su deber. Quizás así como el viceministro del Interior, habría que decirles: ¡Qué carajos les pasa! ¡Hagan algo bueno por el Perú!

 

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