Bendito fútbol: Tenemos una chance de oro

 

Brasil nos goleó 5-0 con alevosía y ventaja para descorazonar a cualquiera que no tenga la suficiente templanza de hacer de la goleada un puente terapéutico para darle cuerda a la esperanza de llegar mucho más lejos del pensado inicio en la Copa América.

El resultado por más doloroso que haya sido, permite dar un brinco de entereza  porque si se piensa lo contrario, se corre el riesgo de retroceder en todo lo que se ha avanzado.

Una goleada de esta índole es para caer en la lona nocaut y con pocas ganas de ir a buscar a la bestia que te tumbó. Sin embargo  lo realmente valioso es levantarse con el ánimo de hacerse la idea que un fracaso más no importa como reza el vals.

El 5-0 en su momento despedazó el alma y de seguro provocó una maraña de sinsabores que con el correr de los días habrá de pasar y volver a su normalidad para dejar de lado las secuelas del tropezón.

Las oportunidades llegan y en el caso peruano, más rápido que usuario de combi pirata porque no pasó ni 24 horas y ya se está en cuartos de final para que las plañideras del infortunio sequen sus lágrimas ante la nueva oportunidad que se presenta.

Ya estamos otra vez en el lomo del caballo para avanzar en medio del río, rumbo a recuperar el fútbol que está en nuestro ADN, de ese fútbol plástico de callejas polvorientas y matices de jolgorio pistero.

De eso está hecho nuestro fútbol, complementado con los rigores de la preparación atlética para no ser menos y tener punche suficiente para no regalar nada al rival.

En el mundo de la pelota todo puede ocurrir, desgarradores resultados y alegrías que te llenan el alma. Se puede renegar de un resultado y esos mismos saltarines de medio pelaje que critican y no construyen, serán los mismos que aplaudan a rabiar cuando lleguen los triunfos.

Ricardo Gareca es tan humano como cualquiera y puede equivocarse en sus planteamientos pero en el rigor de enmendarse, podrá ser otra vez el conductor de este grupo que necesitar recuperar la fe y la mística de saberse ganador.

El ’Tigre’ no es infalible y de seguro le habrá dolido el resultado que por ser muy holgado, martiriza como si te lanzaran al abismo sin que tengas el mínimo deseo de desbarrancarte.

La Copa América no ha terminado, claro que viene la etapa más complicada, la de la muerte súbita donde el adiós es acompañado de un retorno a casa y ver el resto de la competencia por TV.

No es eso lo que queremos, el deseo oculto es continuar hasta donde alcance las fuerzas pero cuidadosos de que no ser sumergidos en ese océano desconocido donde no habrá más chance de agrietarse lo avanzado porque es más doloroso tropezar con la misma piedra.

Si hemos sido merecedores del regalo colombiano habrá que complacerlos. Debemos ser gratos con los cafeteros y la mejor forma es agradecerles es sacarse la espina con el rival que venga, sea alto, bonito, grande o chiquito.

 

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