Clan del Golfo: Deja la paz por la narcoguerra

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El multimillonario negocio de la cocaína  parece haber  pesado más en la cúpula del Clan del Golfo, encabezada por Dairo Antonio Úsuga David  (a) Otoniel, que a última hora decidió dar largas a las negociaciones por un Acuerdo de Paz para quedar en el limbo mientras siguen dedicados al narcotráfico y la minería ilegal.

Los analistas no descartan que la experiencia de los disidentes con las desmovilizadas guerrillas de las FARC alertó al Clan del Golfo que, a estas alturas, temer una deserción masiva en sus filas  de los que rechacen la paz para seguir fabricando el polvillo blanco.

El pasado viernes sorpresivamente el Clan del Golfo, que trata de maquillarse presentándose como las Autodefensas Gaitanistas de Colombia-, emitió un comunicado en el señalan sin tapujos  que no es cierto que esté listo su sometimiento a la justicia, desmintiendo a los negociadores que aseguraban  que el Clan del Golfo iba a entregar las armas, siguiendo los pasos de las FARC,  acogiéndose a la ley mediante la cual Gobierno adoptó medidas para que las bandas criminales dejaran de delinquir y voluntariamente se acogieran a la justicia.

 “El Estado Mayor de las Autodefensas Gaitanistas de Colombia, en lo que respecta a las informaciones que vienen suministrando los medios de comunicación según las cuales se producirá una sujeción inmediata de una fuerza importante de las AGC, se permite expresar a la opinión pública que carecen de fundamento las versiones dadas por distintos medios de comunicación, según las cuales ya está todo dispuesto para la sujeción a la justicia de las Autodefensas Gaitanistas”, se lee en el comunicado.

Con su conocido juego de palabras, el Clan del Golfo “considera muy positivo que se estén buscado salidas jurídicas” para los grupos que continúan en armas, pero que internamente están socializando la mencionada ley. “Una vez hayamos terminado con este proceso, procederemos a tomar conjuntamente las decisiones que sean del caso”.

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En pocas palabras, decidieron dar largas a las negociaciones de paz, virtualmente pateando el tablero mientras en la selva se escuchan cada vez más los tambores de la narcoguerra.

Y, como broche de oro, saludaron al gobierno del presidente entrante Iván Duque con un mensaje casi angelical: : “Esperamos que, después de su posesión, desde el gobierno nacional se favorezca la causa de la reconciliación nacional. Continuamos con nuestra voluntad de contribuir a la construcción de una paz estable y duradera para nuestra patria. Desde los escenarios en que nos encontremos, siempre ha sido y será nuestro propósito”.

Muerte a la perrita Sombra

De acuerdo a su estilo expeditivo, el Clan del Golfo no solo ha intensificado sus incursiones armadas en la convulsionada región del Catatumbo y la región del Putumayo, fronterizo con el Perú, sino que no han tenido escrúpulos para ofrecer 7 de mil dólares a quien matase a la perrita “Sombra” que ha detectado varios cargamentos de cocaína, como confirmó la la Dirección Antinárcoticos de Colombia  a la cadena británica BBC Mundo.

El quid del asunto es que “Sombra” descubrió más de cinco toneladas de cocaína que iba a ser enviadas a Europa pero, ante las amenazas de muerte, fue trasladada de Antioquia al aeropuerto “El Dorado” para estar a salvo de la furia de Otoniel y sus sicarios.

Al estilo de Pablo Escobar

En un influyen te artículo, Acemoglu, Johnson y Robinson (2004), rememoran es pasaje olvidado de la incursión de Pablo Escobar en el narcopopulismo , no solo comprando a congresistas y policías, sino entrar de lleno en el mundo de la política.

Pese a su aureola de violencia, se le conocía como el “Patrón del mal”, en 1982 fue candidato, y posteriormente elegido, a la Cámara de Representantes de Colombia, prometiendo reinvindicar a los campesinos cocaleros  y obsequiando costosos regalos en las zonas pobres de Medellín.

Una de las primeras experiencias que pone en evidencia para Escobar el poder de la política se da en 1981 cuando el grupo guerrillero M-19 secuestra a la hermana menor de los hermanos Ochoa-Vasquez, principales socios de Escobar en el Cartel de Medellín.

En respuesta a dicho secuestro, Escobar junto con los demás narcotraficantes del país deciden fundar el movimiento Muerte a Secuestradores (MAS -origen de los movimientos paramilitares en Colombia) y gastan una enorme fortuna para crear un ejército de más de 2,300 hombres y pagar recompensas a informantes.

Sin embargo, la liberación sólo se logra meses más adelante tras la intervención de políticos locales con la intermediación del General Manuel Antonio Noriega. Para Escobar, los políticos lograron con algunas llamadas telefónicas lo que ellos no lograron con millones de pesos y miles de hombres armados.

Muchos años antes de su participación en política, Escobar se había constituido ya en el mejor exponente del denominado narcopopulismo. Escobar fue famoso por la obras sociales y bienes públicos (casas, canchas de fútbol, entre otros) que suministraba a los habitantes más pobres de Medellín lo cual lo llevó en un momento a merecer el título del ‘Robin Hood’ criollo.

El grueso de los miembros del Cartel de Medellín se opusieron a la participación de Escobar en política. Para ellos esto sólo incrementaría el escrutinio de los políticos, los medios y la ciudadanía sobre sus actividades económicas y las de sus socios. Escobar insistía en que sólo el poder político les brindaría poder absoluto (el poder económico ya lo tenían). Sus socios tenían la razón…

Una vez en el Congreso, el Ministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla denunció públicamente la penetración del narcotráfico en el Congreso en cabeza de Pablo Escobar. Al poco tiempo, Escobar pasaría de ser un presunto narcotraficante a ser un narcotraficante comprobado cuando el diario El Espectador publicó un artículo relatando el arresto de Escobar en el pasado por tráfico de cocaína y el asesinato de los detectives que investigaban el caso.

Como resultado de esto Escobar sería expulsado del Congreso en 1984 lo cual terminaría intempestivamente su corta carrera política retornando a las armas para matar a Rodrigo Lara Bonilla,

El “guerrillero de la cocaína”

Otoniel’ y su hermano ‘Giovanny’ empezaron su meteórica carrera delictiva  , cuando aún siendo menor de edad ingresaron  a la guerrilla del  Ejército Popular de Liberación EPL, junto con su hermano Juan de Dios.

Con un lenguaje seudo guerrillero trató de justificar sus acciones en el narcotráfico hasta que en 1996 los hermanos Úsuga se enrolaron en las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá (ACCU), que por ese entonces surgían con fuerza bajo el mando de los hermanos Carlos Castaño Gil y Vicente Castaño.

‘Otoniel‘ se ganó la confianza de este último, quien lo encargó como comisionista para el cobro de los dineros del narcotráfico y del manejo de algunas de las rutas privilegiadas junto a otro paramilitar; Daniel Rendón Herrera, alias ‘Don Mario‘, hermano del jefe paramilitar Fredy Rendón Herrera, alias ‘El Alemán‘.

Para 2002, ‘Otoniel‘ y ‘Don Mario‘ fueron enviados con centenares de hombres al Meta para formar parte del Bloque Centauros que Vicente Castaño le vendió al narcotraficante Miguel Arroyave.

 Tras el asesinato de este y del propio Carlos Castaño en 2004, ‘Otoniel‘ y ‘Don Mario‘ retornaron al Urabá, una región la cual sabían de su estratégica posición para el tráfico de drogas, pues tiene acceso tanto al mar Caribe como al océano Pacífico, en medio de una inexpugnable selva, sin control del Estado.6

Luego de la desmovilizacion de las AUC en 2006, ‘Don Mario’ y los Úsuga se declararon disidentes del proceso que se realizó en Santa Fe de Ralito, conformando una estructura paramilitar llamada por ellos mismos como Bloque Héroes de Castaño, que después terminó como frente de guerra de las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC),bautizada por el gobierno colombiano inicialmente como el “Clan Úsuga” y luego como el “Clan del Golfo”.

 

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