Con la mentira y la guerra se domina el mundo

 

Hoy les comento un magnífico libro; y el que debiera leer, todo aquel que teniendo, su yo, bastante civilizado, entendiera que “el mono humano”, debiera ser educado fielmente, para, “servir a, y no servirse de”;por descontado que, primero aprendiendo bien lo que es, “servirse a uno mismo y sin dañar a los demás”; quizá así fuese lograda una verdadera civilización de convivencia y cooperación real y positiva, para toda la sociedad o sociedades que aquí se formen; puesto que la realidad de lo que se formó, desde que “ese mono” (al que pertenezco) empezó a dominar al vecino, para robarle sus pertenencias y después, esclavizarlo; “es la realidad que vivimos; ya que sólo ha cambiado el sistema, para llegar a ser mucho más perverso de lo que fuera en un principio (hoy sigue habiendo esclavos “hasta con corbata”); y donde aquel mono (dicen que humano) tuvo que arriesgar su propia vida, para conseguir su primera conquista; que hoy no lo necesita, puesto que, “las guerras las ganan los que no van a la guerra y sin embargo, son los que se quedan con el botín, o la mayor parte del mismo, (toda guerra es un negocio grande o gran negocio)”; para luego celebrarlo con los mayores lujos y parafernalias políticas, diciéndonos, que no, que ellos; “no rompieron ni un plato”, que muy al contrario, obraron así para librar o liberar a los expoliados, de un enemigo peor, aunque este sea inexistente; o que muy cruelmente lo creó el que luego fue al expolio.

            El libro se titula, “Así se domina el mundo” y su autor es un militar (Pedro Baños); coronel del Ejército y diplomado de Estado Mayor; hoy retirado, pero habiendo ostentado diversos cargos, “de altura militar”; y estudioso exhaustivo, de los entresijos de la guerra, su arte y “artimañas, de las más hediondas que podamos imaginar”; nos ofrece un libro sumamente interesante; y que debemos conocer, simplemente, para saber lo que nunca se nos cuenta, ni se nos contó; de la suciedad de la guerra, o “las guerras”; dónde no hay ideal ninguno, simplemente el atesorar cuanto más dinero mejor, por aquellos que las provocaron o provocan, puesto que no hay otro dios o religión que el dinero y el poder; pobres metas, puesto que el que padece estas enfermedades, al final es un pobre desgraciado, que imagino, vive y muere, poseído por esa ambición desmedida, cuyas rapiñas, al final y como todo, al morir; se las dejará junto con su carne y huesos, en esta Tierra, tan incomprensiblemente maldita, como lo es; y que lo confirma el autor, sin decirlo así, pero entendiendo en profundidad, los horribles y hediondos relatos en que divide su amplio y muy bien documentado libro, se llega a esa dolorosa conclusión.

            “Señor dadnos un buen botín”; más o menos era la oración de “aquellos cruzados que iban a la guerra a liberar, de los infieles, los santos lugares, de aquel Cristo, cuyas enseñanzas verdaderas, aún están por ser impartidas, como él las dio en aquel Sermón del Monte”. También Mahoma (que no olvidemos era comerciante y caravanero) se basa en “los ricos y los pobres”, para realizar sus conquistas; y en general, en este perro mundo, nunca hubo “más dios que el dinero y el poder”; todo lo demás, fueron y son cortinas o “velos tupidos y profundos”; para con las mentiras más elaboradas, decir al resto y sobre todo, “a la plebe”; la que se usó usa y usará, para enardecer a los tontos, en empresas “gloriosas”; en las que únicamente van a conseguir, sangre, sudor y lágrimas; amén de miserias horribles, que serán los únicos en padecerlas. Se llega al desprecio total de “la soldadesca”, en la exclamación o juicio, que Federico de Prusia (1) (no sé si el grande o pariente del tal) el que dice más o menos, refiriéndose a su “temida tropa”; que son idiotas, y que si pensaran en donde y a dónde son llevados, “todos desertarían de las filas militares”; y así y en cosas “mayores y menores”, va discurriendo la lectura de ese libro, que duro como el tema que explica (la guerra y la conquista despiadada que ella lleva consigo); es sin embargo, muy interesante, por cuanto “te agarra” y tienes que leerlo de principio a fin. La edición en idioma español, que he comprado, es nada menos que la 13ª; y ha sido traducido a no sé cuántos idiomas más. En España, lo edita, Editorial Planeta – Barcelona.

            Y reitero, a pesar de lo duro o crudo del mismo; es un libro a guardar cerca para volver a él pasado algún tiempo, puesto que lo entiendo, tan real como la vida misma.

            Y no es que me sorprendieran sus relatos, puesto que como “hijo de la guerra civil de 1936-1939 en España, ya que nací en 1938 y mi padre es asesinado al año siguiente, quedando mi familia en la más negra miseria; pasando la incluso más terrible pos guerra y años del hambre”; sé por propias experiencias, “lo que son las guerras”. Habiendo leído igualmente más de una vez, “Los cuatro jinetes del Apocalipsis”, de Vicente Blasco Ibáñez, y toda su obra completa; en la que este magnífico escritor, nos relata, no sólo “La Gran Guerra europea de 1914-1918”, sino otras guerras menores, como la Revolución Mexicana; y en ellas se muestra lo que es “la bestia humana”, en todas sus escalas o graduaciones sociales; “mientras más altos más podridos o degenerados”.

            Incluso yo escribí un largo poema (que incluí en uno de mis libros y  que incluso está en mi Web, en poemas)… Reflejo algunos de sus dolorosos versos:

            POEMA GUERRA A LA GUERRA 1985: ¡ GUERRA A LA GUERRA !

¿Por qué no se acaba la guerra? Aquel iluso preguntó…Y nadie le contestó… ¡Pues quién acaba con la guerra! – ¿Y si muriera quién la provoca? -volvió a preguntar aquel loco-dijéronle a él… pues – ¿Quién quita la horca al que ahorca? Sí… reconoció el preguntante. – Antes… –al menos- iba delante. – El primer general o comandante. El que arma en mano y arrogante. -Virilidad, ideal o ambición: –  era la fe y el ardor, – para conseguir el valor, –  de cuantos marchaban en la acción. – Al menos aquel guerrero que mandaba, – podía morir si no mataba, – arriesgaba su propia vida, – y a sus hombres con ello estimulaba. – Hoy, ni ese cruel consuelo, –  queda al que no entiende, – pues ni aprende ni comprende, – al guerrero, al tirano o tiranuelo. – Pero aún menos “a la sabandija”, –  que declara, instiga o lanza con ferocidad, –  en la más inicua impunidad,  quedando él salvo de todo, excepto de su maldad. (Es mucho más largo y continua; aquel que lo quiera leer que lo busque y lea: en mi libro: “Pensando en… Andalucía” (1986)

(1) Federico II de Prusia, también conocido como Federico II el Grande (en alemán: Friedrich der Große; Berlín, 24 de enero de 1712 – Potsdam, 17 de agosto de 1786), fue el tercer rey de Prusia  (1740-1786). Perteneciente a la Casa de Hohenzollern, hijo de Federico Guillermo I y Sofía Dorotea de Hannover, fue uno de los máximos representantes del despotismo ilustrado del siglo XVIII.

Antonio García Fuentes

(Escritor y filósofo)

Fuente: https://www.ideasclaras.org/

 

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