#conmishijosnotemetas

 

A pesar de la “conspiración del silencio” que ha llevado a los medios a callar vergonzosamente la campaña “#conmishijosnotemetas”, ésta ha tenido tal impacto que incluso el señor presidente PPK ha dado un radical viraje en sus declaraciones sobre el tema: del “nunca más homofobia” ha pasado a un tímido y vergonzante “hemos heredado en algunas currículas escolares unas cosas que a mí no me entusiasman, pero ya estaban ahí desde el gobierno anterior, qué íbamos a hacer”. Ante su dramático descenso de popularidad ha tenido que recular con una postura ambigua, digna del mismísimo Poncio Pilatos, con la cual, obviamente, en su afán de quedar bien con todos, en realidad ha caído mal a todos: a los del movimiento que reivindica el derecho de los padres a dar la educación a sus hijos según sus propias convicciones porque deja todo como está; a los del movimiento LGTBI porque públicamente se distancia de sus reivindicaciones.

No deja de ser encomiable la actitud responsable de #conmishijosnotemetas, pues se han hecho escuchar teniéndolo todo en contra: el prepotente ejecutivo que empuja unas reformas impopulares y unos medios de comunicación que en vez de informar buscan imponer sus sectarios valores a la sociedad. Sobra decir que lo han hecho, cuando una parte consistente de la población vive en la indolencia, más preocupada por broncearse el fin de semana en playa que por otra cosa, siendo indiferente, o por lo menos pasiva, frente al drama que se está jugando ahora: nada más y nada menos que la batalla por el alma del Perú, pues se trata de adoctrinar a los niños con una ideología falsa, lesiva de su dignidad, pues confunde su identidad sexual, como bien han señalado, por ejemplo, el Colegio Americano de Pediatras. Es decir, se quiere legalizar un tipo de violencia psicológica contra la niñez, y frente a tal aberración, el grueso de la población permanece indiferente, a lo más como un espectador que solamente busca alimentar su conversación con los escándalos del gobierno, adivinando si acaso, que todo es una tapadera para encubrir el caso Odebrecht.

Efectivamente, el caso Odebrecht parece muy grave, y puede destapar uno de los mayores ejemplos de corrupción de la historia reciente, que involucra transversalmente a varios gobiernos. Algunos piensan que incluso podría justificar la vacancia presidencial, de tener el señor PPK una clara participación en actos de corrupción. Lógicamente, si fuera verdad, generaría tensión en el ejecutivo y deseos de desviar la atención, por ejemplo hacia #conmishijosnotemetas. Sin embargo, con un poco de perspectiva, por más nefasta que sea la corrupción, en realidad no se trata de nada novedoso. Es más, de haberse verificado –como parece que así ha sido- el daño ya está hecho, queda solo intentar hacer justicia y en la medida de lo posible, exigir alguna reparación. Al final de cuentas se trata de plata. Pero la reforma educativa va mucho más allá de la plata, no involucra valores económicos sino morales: una concepción de la vida, la sexualidad y la corporalidad distorsionadas. No se trata de una doctrina académica en boga dentro de las universidades o en los ambientes intelectuales, se trata de inculcársela a los niños. Obviamente, los niños, los hijos están muy por encima, en cualquier escala de valores sensata, de la plata. La plata va y viene, si se perdió, pues a rectificar y aprender del error, la corrupción de la infancia y su envenenamiento doctrinal es algo muy diferente.

Por tratarse de un tema delicado reclama una reacción proporcionada, fuerte. Es irresponsable ofrecer una respuesta remisa o débil, o limitarse a la queja contemplando pasivamente cómo el estado viola el principio de subsidiariedad y se arroga atribuciones que no le competen. Limitarnos a constatar cómo desconoce declaraciones internacionales, como la de los Derechos Humanos o la de los Derechos del Niño, que estipulan claramente que son los padres quienes tienen el derecho de transmitir a sus hijos la educación según sus propias convicciones. Con una sonrisa en los labios, y con las palabras mágicas adecuadas: progreso, modernidad, tolerancia, etc., quieren arrebatarnos ese derecho (tildándonos de paso de todo lo negativo: conservadores, reaccionarios, retrógradas, etc.). Ante semejante atropello #conmishijosnotemetas está dando la batalla, siendo encomiable su ejemplo. Ojalá que muchas más personas se sumen y juntos impidamos semejante atropello ideológico que lesiona lo más valioso del Perú: su niñez y juventud.

 

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