Dolor previsible

 

Cada derrota dibuja una mueca de tristeza. Esta caída ante Brasil no puede ser la excepción. Lo sienten los jugadores, lo padecen los integrantes del comando técnico y lo lamentan los millones de aficionados del país futbolístico.

Pese al 2-0 en contra se distinguen algunas luces ahí donde todo parece oscuro. Un primer tiempo en el cual el combinado de Perú le habló de tú a tú al pentacampeón del mundo y en el cual Aldo Corso transformó al astro Neymar en el hombre invisible.

Nombres como los de Pedro Aquino, Nilson Loyola o Aldo Corso quedarán instalados en la memoria colectiva por la entrega y la ausencia de complejos de inferioridad ante la calidad de jugadores que enfrentaron con acierto y entrega.

Aunque André Carrillo perdió la magnífica oportunidad de herir de muerte a la verdeamarilla apenas a los 17’ del periodo inicial, también hay que darle un palmazo en la espalda por todo lo que hizo después para quitarse ese sinsabor de la boca.

Brasil tiene una historia que también juega y que posee un peso específico en cada encuentro. Los pupilos de Tite cuentan con la ofensiva más efectiva de esta Eliminatoria. La defensa de Perú está entre las más vulnerables de este certamen premundialista.

Solo debían de esperar un traspié de Perú en el segundo tiempo. Y en eso consistió el esquema de Brasil en el complemento. A eso quedó reducido el millonario equipo brasileño por el juego compacto y decidido de la blanqurirroja.

Perú tiene equipo y esta vez Ricardo Gareca demostró que también tiene un plantel. Los cambios obligados por lesión y acumulación de tarjetas amarillas respondieron a las exigencias.

En esta oportunidad Christian Cueva solo apareció con intermitencia y apenas tuvo algunos chispazos de buen fútbol, pero exigió una marca de por lo menos dos brasileños. Paolo Guerrero fue resguardado al milímetro y lo mantuvieron lejos del área.

Faltan seis jornadas, 18 puntos en disputa. Hay que ser claros, no estamos para remontar hasta el primer lugar de la tabla ni de sacar del camino a los cuatro primeros de la clasificación. El objetivo debe apuntar al quinto lugar.

Para alcanzar esa meta solo queda persistir en este plantel que ya se acostumbró a dejar todo en la cancha. También requiere un poco de fortuna para conseguir que los resultados favorables coincidan con el esfuerzo que se realiza en la cancha.

Por eso, la rabia de la derrota debe dejar paso a la reflexión. Ricardo Gareca extendió su confianza en una primera etapa a un grupo de jugadores experimentados que prefirió la diversión al esfuerzo. Ahora cuenta con futbolistas dispuestos a pelear cada punto con intensidad. Ojalá eso alcance para arañar una clasificación.

 

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