Dos sociedades, un problema común

 

Corrían los años de la década del 70, el sociólogo peruano Carlos Delgado Olivera en el más celebrado de sus ensayos sobre el arribismo en el Perú, afirmaba que en el país, el predominio de una cultura necrolátrica hace que los peruanos solo cuando alguien ha muerto, casi inmediatamente, se le reconozca como una persona buena, en todos los sentidos de la palabra. Mientras vivieron esas personas, si inteligentes y con cualidades valiosas y distintivas, se las criticaba corrosivamente.

Es el caso de los peruanos más inteligentes que en vida sufrieron el  rechazo, la crítica, la burla, cuando no el olvido, la censura o la represión; cuando muertos, de modo sorprendente como con inusitada unanimidad, hasta se clamaba se les canonice. En el Perú, para ser reconocido como capaz de tener méritos, virtudes, talento, hay que morirse, según lo explicaba el extinto sociólogo, considerado en vida un aprista hereje, que con cierta sorpresa, se hizo ideólogo del reformismo militar del 68.

Es aceptado que de manera general, en las distintas realidades sociales, es posible –independientemente del lugar en el que se producen–  los hechos sociales, políticos y culturales se repiten, pero en condiciones diferentes, con características  propias, variadas y además, pueden ser abordados desde distintos enfoques y perspectivas, como lo hace en México el profesor Roger Bartra, un destacado intelectual mexicano, de los primeros en tomar un lugar en el ciberespacio para exponer sus opiniones y analizar la acción social humana, hasta hoy. Bartra, recuerda el Teorema de Moshinsky, una formulación, planteada desde la preocupación filosófica que permite enfocar el tema de: ¿Qué hace el Estado con la inteligencia, el talento y las virtudes de los ciudadanos en los ámbitos de su jurisdicción?

Marcos Moshinsky Borodiansky, fue un destacado físico nacido en Kiev-Ucrania en 1921, a los tres años de edad llegó a México, luego se nacionalizó y llegó a ser un gran físico mexicano reconocido y un apreciado docente universitario que solo despertaba admiración y agradecimiento. Recibió algunos premios de gran importancia por su labor científica, como el Premio Príncipe de Asturias de Investigación, galardón que compartió con el español Manuel Cardona. En 1991, la Organización de Estados Americanos (OEA) le concedió el Premio de Ciencias Bernardo Houssay. Murió hace seis años en la Ciudad de México.

Según el notable académico mexicano Roger Bartra, el Teorema de Moshinsky, fue formulado por su autor en el año de 1986, fue pensado para entender la filosofía del Estado y explicar muchos aspectos de la vida nacional, y no sólo los propios de la educación. El científico mexicano creía que en su país, se cometía el grave error de no apoyar a los ciudadanos para que lleguen al máximo nivel, pues, después de todo, estos son la clave para movilizar al país hacia el desarrollo como sucede en el mundo desarrollado.

Pero, ¿Cuál es la bendita proposición?  El Teorema de Moshinsky es el siguiente: “Todo mexicano que ha mostrado capacidad en su labor, es automáticamente un privilegiado, y las instituciones públicas deberían desatenderse de él para concentrase en aquellos que no tengan esa característica”.  Es un enunciado que nació en un conflicto interno en la universidad (la UNAM). Un rector se propuso elevar las pensiones y dictar algunas normas para alcanzar la excelencia. Estaba convencido que con esos instrumentos lograría los cambios esperados, sería suficiente, operar las normas y las tasas educativas para enrumbar inexorablemente hacia esos cambios profundos y estables. Ignoraba que el obstáculo no está en las normas sino en lo más profundo de la cultura, las prácticas, usos y costumbres de la vida política mexicana. El propio Moshinsky, sufrió personalmente la marginación a que son sometidos los que destacan y que son rápidamente rodeados y copados por una “portátil” de no “privilegiados”, con el objeto de repartir “democráticamente” las famas y evitar que se concentren en unos pocos. Bartra, recuerda que en 1994, el mismo en una conferencia trato el tema de cómo se produce la muerte intelectual. Sostiene que los intelectuales actúan como los campesinos, que conciben la fama como un bien escaso en una sociedad rígida, que es un bien limitado, de difícil acceso, que no alcanza para todos, por lo tanto tienen dos alternativas: o dilapidan la fama y la de todos; o se dedican con saña a exterminar a los intelectuales que creen son su competencia y concentran para sí el prestigio, la fama, los honores que otros pueden arrebatarle.

En el Perú y con las reflexiones de Carlos Delgado Olivera a un fenómeno como el que acabamos de resumir, en el terreno del análisis social, se le denominó en los 70, el arribismo, una estrategia de movilidad social, en un mundo rígido, sin oportunidades, basada en un triángulo compuesto por el arribista, que es el individuo que desea acceder a los escasos bienes deseados; el competidor, que es otro ciudadano considerado una competencia y al cual se le destruye, se le elimina, operando dos instrumentos infalibles, el raje y la adulación; el tercer vértice del triángulo es aquel individuo que tiene la posibilidad de otorgar un status, un bien, una posición. El jefe. Que es el que distribuye esos bienes escasos, a él se le adula para ponerlo del lado del arribista y lejos del otro.

Estamos en el punto en que debemos  preguntarnos donde está la razón y lo histórico, en la controversia mexicana: en el Teorema de Moshinsky o en los que la critican por populista. Es muy interesante constar que el maestro Bartra (un crítico del Teorema)  sostiene que el Teorema de Moshinsky  alude a un fenómeno político arraigado en la cultura mexicana, el populismo, llega a decir que el Teorema es una actitud agresiva, que menosprecia a la meritocracia y que busca un equilibrio entre mediocridad y creatividad. Estas  afirmaciones tienen relevancia pues hace 40 años, el profesor Bartra habría defendido apasionadamente lo que hoy relativiza y cuestiona, a tono con los tiempos. Un dato que debemos tener en cuenta para mejor orientación en la lectura de estas posiciones, es que en los 70, el profesor de la UNAM, fue un militante del PCM (el Partido Comunista Mexicano)

Otro académico, no menos reputado, como Sergio de la Peña (autor del libro El Anti desarrollo de América Latina. 1971), argumentaba que en la educación universitaria mexicana como en otros campos de la vida nacional, hay una mayoría mediocre que se esfuerza poco y que si la minoría creativa y trabajadora quiere expandirse, la mayoría, esa mayoría floja, se sentirá amenazada y reducirá hasta desaparecer a esa minoría inteligente y laboriosa. Que es menos difícil reformar la cabeza de la universidad que cambiar sus pies. De la Peña propone, en contraposición al Teorema, concentrar esfuerzos en los más preparados y pensantes, que si se logran éxitos, es seguro que se extenderán a todo el cuerpo universitario. Sin duda que lo que afirma de la Peña fue y sigue siendo muy importante y él también fue muy valiente para decirlo. Hoy su discurso sería políticamente incorrecto. De la Peña murió en 1998.

Como al parecer, con el tiempo, las cosas y las ideas cambian, hoy podríamos decir que el populismo del Teorema de Moshinsky, permitió una democratización o un mayor acceso de muchos a la educación y también a otros campos de la vida nacional; del mismo modo, los críticos del Teorema, con sus propuestas tienen como resultado una mayor desigualdad en todos los campos de la vida social. En ambos casos no se han resuelto los viejos problemas sociales, políticos, culturales, pero nuestra sociedades, y como lo señalan los mexicanos, en la práctica se ha creado el llamado “país de los cangrejos en la cesta” donde la gente odia a los que se destacan, los abandona, los segregan… o simplemente se destruye a los que empiezan a destacar y diferenciarse en la vida profesional tan solo porque se despegan de la masa.

Finalmente, es interesante observar como en dos realidades distantes y en tiempos diferentes (los 70 en el Perú y la primera década del 2000 en México), en el análisis de ellas, surgen explicaciones semejantes, coincidentes, sobre la naturaleza de la movilidad social y la problemática cultural. Al extinto Carlos Delgado, le habría gustado acometer un ejercicio sobre el arribismo en México, pues el modo cómo destacados intelectuales analizan la sociedad mexicana no hacen más que confirmar la similitud de las problemáticas latinoamericanas.

 

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