El aseguramiento: un derecho irrenunciable

 

La imagen del trabajador informal lo hemos asociado, por diversas razones, solo con los comerciantes ambulantes. Son los que vemos en las cercanías de los centros comerciales, en los terminales de buses interprovinciales y algunos que suben a los buses ofreciendo diversos productos, especialmente golosinas. En fin, en todas las calles de Lima y otras ciudades.

En algunos casos, son considerados una manifestación de la mendicidad pública, y esto, en base a los que percibe como ingresos, más que por la venta de caramelos o baratijas, por el discurso y el tono con que piden que “colaboremos”.

Pero los trabajadores informales no sólo son los vendedores ambulantes. En un Seminario Taller realizado en la ciudad de Trujillo por la Asociación Nacional de Periodistas del Perú, dimos una rápida mirada de las condiciones laborales de los periodistas que trabajan en provincias, y, el resultado fue preocupante: la gran mayoría forma parte de este grupo que se encuentra en la economía informal.

El ejercicio del periodismo, según detallaron los asistentes al Seminario Taller, se hace de manera tal, que los periodistas no cobran un salario de parte del medio en el que trabajan, ya que se utiliza la figura del concesionario que “compra el espacio” que puede ser una o dos horas diarias o una vez a la semana.

Los periodistas a cargo de producir el programa informativo, de hecho, no están en planillas. Y, por tanto, carecen de todas las bondades del aseguramiento que dispone la ley: un salario, aunque sea el mínimo vital; seguro de salud, que le cubra en caso de verse afectado en su economía por alguna enfermedad contraída mientras está en el periodo laboral; seis días de trabajo y uno de descanso, todos pagados; cesantía, cuando sus capacidades físicas ya no le permiten seguir trabajando.

Es más. Las condiciones en las que trabajan los periodistas lo expone a riesgos diversos. Por ejemplo, cuando cubre un enfrentamiento entre pobladores y las fuerzas del orden, es posible que pueda ser impactado por un proyectil, golpeado en medio de la trifulca, y a veces detenido. El uso del chaleco de periodista, en algunos casos abre las puertas para acceder a la información y en otros las cierra violentamente.

Aparte de los enfrentamientos sociales, hay otros peligros para el periodista, frente a los que está desprotegido. Cubrir un accidente de tránsito, un desastre natural en busca del ángulo perfecto si se quiere una imagen o un video, puede causar desde un accidente hasta una tragedia.

Frente a esta realidad, que es la de miles de peruanos, periodistas o no, queda el derecho a exigir que el aseguramiento en todos los casos sea universal. Por supuesto, no se puede limitar sólo al de salud, sino que debe abarcar el de desempleo y de cesantía. Como indica Naciones Unidas, tener un trabajo digno, que garantice la realización física, intelectual y anímica del trabajador.

La construcción de una mejor sociedad, solidaria, donde se respeten los derechos de las personas, el trabajo sea digno y permita la realización plena del trabajador, con democracia sea real que defienda y promueva todas las libertades, es una responsabilidad social de los periodistas, indicó en esa misma reunión el Presidente de la ANP Roberto Mejía Alarcón.

¿Es mucho pedir a los periodistas un compromiso de esta naturaleza? Es posiblemente para muchos una utopía. Y están en lo cierto, pero las utopías de van construyendo y permite ir alcanzado algunas metas, pequeña algunas y otras de mayor trascendencia. Lo importante, es, parafraseando a Machado, hacer el camino, echándose a andar.

 

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