El carnet de periodista

 

La credencial -cualquiera sea- es un emblema de la misión que cumple, quien la porta. No es un salvoconducto, para “hacer lo que nos dé la gana”, o para sentirnos “por encima” de las autoridades. Mucho menos, en circunstancias críticas como las que actualmente atraviesa el mundo.

Yo, tuve mi primer “Carnet de Periodista”, allá por 1961 y siempre lo he utilizado “profesionalmente”. Es decir, para explicar o justificar, la misión que estaba cumpliendo en un momento dado. Jamás, para sentirme privilegiado o “al margen de la ley”.
Quizás, ese comportamiento, se derivó siempre del hecho de haber sido soldado voluntario ( “Glorioso Regimiento Húsares de Junín Nro.1), algo que recuerdo con orgullo y puso en su lugar a cierto caballero, que en el curso de un debate televisivo, insinuó que yo hacía política, “sin evaluar los intereses del país”. Y entonces yo, modesta, pero firmemente, le repliqué, que él, no podía hablarme en tales términos, pues yo, había hecho el Servicio Militar Obligatorio y estaba seguro de que él  -como la mayoría de habladores- había apelado a inmensidad de subterfugios para eludir dicha obligación patriótica.

Si, pues, en el Perú, donde con tanta facilidad se habla de “patriotismo” y uno que otro pituco, se las ingenia para posar como “oficial de reserva”, nadie -o casi nadie- cumple con el Servicio Militar. Yo si. Pues y estoy muy orgulloso de haberlo hecho en Caballería y bajo el mando de señores oficiales que hasta hoy, recuerdo con respeto y cariño.

Acá las “mamitas” se desmayan en llanto, cuando creen que sus hijitos serán “tratados como soldados”. Sufrí el caso en mi primer matrimonio. Y eso explica que uno o dos miserables falten el respeto a representantes de la ley, o a los oficiales de nuestra “Fuerza Armada”. En fin. Sé que algún día eso cambiará. No hay mal que dure más de un siglo.

Pero, yendo a lo que voy. Cierta dama que jamás explicó la procedencia de unos 35 mil dólares usados para financiarse un viaje en pos de un perseguido por la ley -con quien dicho sea de paso, trabó muy fructíferas relaciones- luego atribuyó dicho dinero a la empresa que por entonces, la empleaba y desde luego lo negó y la mandó al diablo, obligándola a decir: ¡Oh sorpresa! Que se trataba de los ahorritos “que tiene cualquier periodista” (yo no… ¿qué les parece?) Y así siguió su curso.

Bueno, esta dama que hace unas noches, transitaba las calles en horas prohibidas por el estado de emergencia, se dio el lujo de desacatar a la policía, mediante “un par de llamadas telefónicas a generales del aire, tierra y hasta de profundidad según parece”, los mismos que la exculparon de la falta, alegando su “condición de periodista”. Y así no es, mis estimados caballeros. Debemos aprender TODOS, a respetar las “leyes de emergencia”. Y el “Carnet de Periodista”, sólo es válido para el cumplimiento de funciones profesionales, con estricciones de peste, guerra, o catástrofe, por ejemplo.

Los “amiguismos”, tarde o temprano, generan serios inconvenientes, sobre todo, cuando hay que explicarlos en sus “verdaderas” razones.

Habrá novedades.

 

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