El suplicio de “Martillo Loco”

 

Era el auténtico “playboy” de ese antiguo callejón guadalupano.

Un cholo criollo de mediana estatura, cuidado bigotillo picarón y volantusa disposición para guitarrear tangos canturreados, en los breves espacios que le dejaban su oficio y el riesgoso deporte de enamorar vecinas.

Suerte como ninguno, tuvo siempre “Martillo Loco”, para alternar jugadas de encame con el cepillo, serrucho y el contundente casi mazo que le valió el apodo.

Qué pues le verían las feligresas de todo peso y pelo, que pretextando un arreglo mueblero, o el despego de una mesita centradora, iban a dar al cuarto de fondo que hacía las veces de matadero, cuando este pícaro muchachón, alternaba el manejo de las tablas, con ciertas calientes diabluras sobre el ring de los siete suspiros.

¡Quién hubiera podido ganarle cuando entonaba ese “Sur” de Homero Manci que dice en corte malevo: “Ya nunca me verás como me vieras/ recostao a la vidriera.. / y esperándote/. Ya nunca alumbraré con las estrellas/…nuestras marchas sin querellas, por las calles de Pompeya”…-En fin, sus tardes cerveceras, casi siempre remataban en un jale de chibolas o señoronas a su tabuco decorado con recortes revisteros y así le rodaban las cosas. Hasta que una tarde cálida y sensual, un traicionero derrame cerebral, lo tumbó de golpe. Y entonces, la jerma que justo hacia turno, para un encuentro de calzón con el carpintero seductor, se enmaridó del cuartucho h de lo que iba quedando de las trajinadas herramientas.
Y ahora, mi hermano “Martillo Loco”, encogido sobre su silla rodante, va paseando por el barrio, con el aire derrotado de un viejo bóxer que retiró la vida, a golpe de nocauts inconstrastables, casi llorando, mientras la arpía que lo arrastra, le va recordándole su vida de cheroca callejero, sin perdonar detalle ni cita cascabelera.

-¡A ver!,,,¡Ahora pues¡ ¡ Acuérdate de la china chola con la que bailabas marnera!…¿Y que me dices de la zamba Amalia que se quiso suicidar por ti”…¿Y la blancona Carmen que hasta dejó a su marido por revolcarse contigo?…¡Ahora ya no puedes ni con tu alma!…¡Ya te cayó la quincha sinvergüenza!”…Y así sucesivamente transcurre el calvario de Martillo Loco”.-“¿Cómo se hace para morir deunave, hermanito?”- me preguntó la otra tarde, a mitad de su ruta de siempre rodando a empujones por esas calles, mientras su raído cartel de jugadorazo, se eclipsa contra el Sol de las brujas, muriendo a degüello de amores y sueños que se fueron. ¡Trata de morirte pronto, querido “Martillo Loco”¡ para que tu fama cachimbera siga vivita, en el alma de tus rucas.

 

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