El valor del rating para Beto Ortiz

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El publicitado regreso de El valor de la verdad nos recuerda el peso que tiene el rating para las decisiones en un canal de televisión. Es mínima la importancia (o en realidad nula) que le otorgan a informar, a darle al peruano de a pie las orientaciones necesarias para elegir al próximo Presidente de la República y a los nuevos parlamentarios del Congreso. Cada vez más vemos el futuro político, el porvenir del Perú que todos compartimos, como un vano e insulso juego.

El valor de la verdad, por más que Beto Ortiz nos quiera explicar en su más reciente columna de opinión que es un fenómeno mediático que motivaría incluso una película de Hollywood (basado en el dramático caso de la concursante asesinada Ruth Thalía Sayas Sánchez), es básicamente un juego, una suerte de apuesta reflejada en preguntas y respuestas que en muchos países de nuestro continente ha sido tachado como “circo”, y ahora nos lo quieren endilgar como el nuevo espacio periodístico de época electoral.

Todavía no se aclara del todo el uso incorruptible del polígrafo, que es sabido puede ser superado en base a disciplinas físicas y mentales, y hasta adulterado. Es además, un juego que tiene en su dinámica la posibilidad de cambiar preguntas, las que el concursante decida no contestar. Además sólo una docena de los cuestionamientos son validados por el “detector de mentiras”, que tienen respuestas cerradas (sí o no) y pueden ser esquivadas por un interrogado perspicaz. Las demás consultas realizadas por Beto Ortiz son sin el polígrafo.

Es la banalidad de la política. Un ejemplo claro es Daniel Urresti, candidato a la presidencia de la república, a pesar de ser procesado por el homicidio del periodista Hugo Bustíos. Gracias a mi militancia en la Asociación Nacional de Periodistas del Perú conozco de primera mano el relato del cruento asesinato de este colega, y me parece vergonzoso que otro comunicador monte un show con esta tragedia. Me queda clarísimo que si algún día matan a Beto Ortiz, su real deseo será que exploten su crimen por unos puntos de sintonía.

Daniel Urresti es un hombre preparado para el combate, ¿acaso es utópico pensar que un sujeto investigado por cometer atrocidades, experto en interrogatorios, no sepa cómo librarse del rigor de un polígrafo?. Tengo en la memoria una entrevista que hace varios años Ortiz le hizo a Alan García Pérez (cuándo regresaba a la vida política). El ex presidente “se paseó” con el entrevistador, lo superó de cabo a rabo. Si bien es cierto que ha pasado mucha agua bajo el puente y que Beto Ortiz se ha pulido en estas lides, debería guardarse un poco de la soberbia que proyecta en las pantallas de televisión, y recubrirse de humildad. Debería apostar por un programa periodístico de verdad, y no un cirquillo barato.

Desde hace meses este columnista llama la atención sobre la ausencia de un espacio político serio, y siempre consideré que uno de los que podría asumir ese timón sería Beto Ortiz, pero hoy me queda claro que su prioridad es ser el número uno de sintonía. El periodismo parece serle una broma y la seducción por verse al tope del rating le da excusa para cualquier payasada. Quizás mi opinión sea impopular, pero ese es el valor de mi verdad.

Foto: El Peruchito

 

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