Guía del Gentleman moderno

 

Con toda dedicación y aprecio, esta columnista ha seleccionado para sus lectores algunos signos exteriores que retratan al perfecto hombre moderno, el gentleman del siglo XXI, siguiendo el criterio de un columnista del diario neoyorkino NYTimes.

Nuestro guía es Brian Lombardi, gurú del estilo y una estrella de las redes sociales, quien acaba de publicar en la versión impresa del diario (27-09), una lista de la cual nosotros hemos tomado algunos puntos, adaptándolos a nuestra realidad.

También añadimos algo por nuestra cuenta, convencidos de que el colega Brian Lombardi aprobaría la nueva versión. Vamos al punto:

El hombre moderno no desperdicia 15 minutos valiosos de su vida buscando el estacionamiento perfecto. Encuentra uno aceptable al primer vistazo y ubica el auto limpiamente entre las dos líneas. Sentido práctico.

Se puede decir de un hombre que es moderno si cuando compra zapatos para la esposa, no necesita preguntarle a su hermana por las marcas, las tallas, la calidad, etc. Él es un conocedor.

El hombre moderno es considerado: No comerá popcorn en el cine justo en momentos que exigen silencio; no, para hacer ruido esperará una escena truculenta.

El hombre moderno nunca deja saber a los demás cuando tiene un bajón anímico o su autoconfianza está por los suelos. Es reservado.

Antes de dejar caer la cabeza sobre la almohada, él se asegura de que el celular de su esposa y los artilugios de sus hijos estén conectados para cargar durante la noche. Es previsor.

Nunca será como los que andan colgados de la pantalla del celular verificando el porcentaje de carga de la batería. No importa si se baja del todo, mañana el sol saldrá. Tiene confianza.

El hombre moderno usa los nombres apropiados para las cosas. Por ejemplo, dice “helicóptero” en vez de “chopper” como los simplones. Jerga solo cuando viste jeans.

Tener una hija hace del hombre siglo XXI una persona más completa. Y pregona entre sus amigos cómo esto le está ampliando el horizonte. Moderno.

Tiene suficiente estilo para seguir anotando la lista de las compras en un trozo cualquiera de papel. El mercado no es lugar para que ande con la cara sumergida en la pantalla del celular si olvidó cuántos kilos de cebolla necesita.

El hombre moderno es protector y elige dormir del lado de la cama que está más cercano a la puerta, listo para atajar a cualquier intruso y dar así tiempo a su esposa para salir.

De vez en cuando compra flores frescas con la intención de darle a su esposa una sorpresa y no para hacerse perdonar. Es galante.

Y temprano por las mañanas, se le puede ver cuando sale corriendo, a medio vestir, hasta la entrada de la casa en busca del periódico, crujiente, como pan recién salido del horno. Es tradicional.

El hombre moderno llora; cada vez que lo necesita, llora. Es humano.

En esta breve guía de estilo adaptada de Brian Lombardi (“27 Ways To Be a Modern Man”), pudimos apreciar cómo los principios sustentadores del concepto “gentleman” son los mismos en toda época con distinto decorado: Moda, arquitectura, tecnología y normas de etiqueta cambian, pero la esencia no.

Ni la marca del auto ni la de ropa importan. La de los zapatos tampoco; claro, no hace daño si son Farragamo.
Pero lo esencial, como decía El Principito (A. de Saint Exúpery), lo esencial es invisible a los ojos, solo se ve bien con el corazón.

 

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