La ausencia de la representación de los trabajadores en el Congreso

 

La ausencia de representantes de los trabajadores, en lugares preferenciales, de las listas cotejadas por las agrupaciones que se harán presentes en el próximo proceso electoral del 26 de enero entrante, deja mucho que desear. Sin pretender, de ir más allá de lo necesario, tal ausencia puede interpretarse, como un olvido o marginación, de quienes no tienen voz en épocas como las de ahora, que se caracteriza por los grandes problemas políticos, económicos y sociales.

Consecuentemente la representación nacional peca de ser tal. Excepción de la sensibilidad de algunos, no habrá, creo, quienes expresen su punto de vista, previo análisis e interpretación de la realidad nacional, más aún cuando esta debe valorarse a partir también de los intereses de los trabajadores, teniendo como hilo conductor las experiencias acumuladas por la dinámica creativa de la acción, reflexión y acción.

Podríamos citar  que lo que requieren hacer público los trabajadores, tiene que ver con la actual crisis internacional, globalizada, la misma que repercute muy duramente en todo ese amplio sector de formales e informales, precarios y eventuales que aspiran a trabajos en los que se respete su dignidad humana. Las principales manifestaciones son numerosas, entre ellas la falta de sustento para atender las demandas de la persona y la familia, la explosión demográfica, la energía, el valor de la moneda, la inflación, la destrucción del medio ambiente humano, la crisis de los valores y de las instituciones, la decadencia irreparable del modelo de desarrollo, los problemas de civilización y de cultura hasta ahora imperantes.

Respecto a la falta de sustento para la atención del trabajador y del hogar, no se puede negar que la ausencia de recursos económicos Ha provocado una crisis profunda en la producción y distribución de alimentos en los sectores más necesitados. En cuanto a la explosión demográfica, la falta de atención  de la salud y de protección social, nos dicen que no existen garantías para la vida y el pleno desarrollo humano. No se trata de limitar drásticamente la población humana. En tanto que sí es necesario solucionar las fallas fundamentales en el actual modelo de crecimiento y en la organización de la vida, basada en la justicia, la igualdad, la solidaridad.

El tema que enfocamos hoy es muy amplio. Sin embargo, es menester que se ventile lo referente  a la crisis de energía,  que sacude las raíces del actual modelo de desarrollo industrial y tecnológico. Esta es una muestra que el actual modelo económico ha recibido un golpe mortal. No se puede obviar que la crisis de la energía marca el nacimiento de una nueva relación de fuerzas, una nueva estrategia en países subdesarrollados como el nuestro. Otro tanto podríamos también mencionar en cuanto a la crisis monetaria. El sol ya no alumbra  a los trabajadores. Cierto que la moneda tiene relación con el sistema monetario y, por eso mismo, es indispensable que se vea cuanto antes lo referente al sueldo mínimo vital. De nada sirve la cultura del secretismo, cuando bien se sabe que de la crisis monetaria se esconde una maniobra de los poderosos para ajustar sus economías y responder ofensivamente a las demandas de los que menos tienen. Es una injusta y arbitraria contradicción de la economía nacional e internacional. Una minoría de la población usurpa el derecho que corresponde  a la mayoría de la población. Es decir el derecho a los trabajadores  a una vida más digna.

No pretendo extenderme en el tema en esta oportunidad. Peor la destrucción del medio ambiente humano no se puede silenciar. Aperche como una de las manifestaciones más angustiosas para la vida del ser humano en el territorio nacional y en todo el planeta. Los mismo sabios y tecnócratas del sistema imperante, han denunciado enérgicamente que si continua el actual modelo de desarrollo y crecimiento, no se pueden garantizar las condiciones esenciales para el desarrollo de la vida humana en el mundo.

Por lo demás la dinámica del actual gobierno de crecimiento, está inspirada y alimentada por las razones de lucro, del beneficio, del poder, de la dominación. Todo eso lleva inevitablemente al pillaje de la naturaleza, de la tierra, del mar, del espacio. Hay una contaminación que no se puede parar y que destruye  los elementos de la biósfera y colocan a la humanidad al borde de su desaparición total.

Finalmente no se puede ocultar también que la dimensión más profunda de la crisis, afecta todos los valores e instituciones que hasta ahora han conformado un tipo de civilización y de cultura, ello está provocando la rebelión de las juventudes, y también de los pueblos, de los trabajadores en especial. Esta desintegración es una consecuencia  que agita los espíritus y al voluntades de la población. Impide un mundo nuevo, una mejor sociedad, un ser humano más respetado.

 

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