La desigualdad económica, los paraísos fiscales y el Estado

 

El gran genio del Siglo XX, Albert Einstein decía que “Tendremos el destino que nos hayamos merecido”.

Y todo indica que la crisis global nos está condenando a un destino no merecido, ya que irrumpe una desigualdad escandalosa en la convivencia humana, centrada en la desigualdad económica.

La desigualdad, en sí misma, es un dato natural, es la calidad de lo desigual, ya que no somos afortunadamente un Toyota o un Ferrari. Cada uno de los seres humanos somos animales originales de la especie humana, tanto en aptitudes, como en actitudes, y sobre todo, en el desarrollo cultural.

Pero la desigualdad económica, como la pobreza, no son datos naturales. Son realidades culturales, donde juega en forma significativa las relaciones sociales, el nivel de conciencia de la población, los términos de la existencia social, y las políticas públicas

En particular, es importante el tratamiento que tiene el trabajo humano, el uso que se le da a la tecnología, el papel que juega en la sociedad la organización socio-económica y socio-política de la misma, y el rol del Estado.

Y ya sabemos que para el capitalismo – neoliberalismo, el trabajo es simplemente mercancía.

Nosotros vivimos a nivel mundial, en una sociedad organizada alrededor del predominio del dinero y del capital, que juegan un papel hegemónico como sistema de ordenamiento global de la misma, que generalmente captura el poder del Estado para garantizar la acumulación y concentración de la riqueza

Y todos sabemos muy bien como se comportan los diferentes factores de poder, tanto conformando y manipulando las estructuras de poder de la sociedad. Ya Francisco de Quevedo, en el Siglo XVI, lo había determinado en su famoso poema “Poderoso Caballero es Don Dinero”.

Y recientemente otro Francisco, el primer Papa de origen latinoamericano-caribeño, lo remarcó aún más, al expresar en su Pastoral “Evangelli Gaudium”, “No a la nueva idolatría del dinero. El dinero no está para gobernar. El dinero está para servir. No a una economía de exclusión”.

Y también sabemos que el capital es la acumulación de lo que produce el trabajo humano. Lo dijo muy claramente el “leñador” Abraham Lincoln, y lo repiten los economistas, como también el Papa Juan Pablo II en su Encíclica “Laborem Exercens”, agregando que “El Trabajo tiene prioridad sobre el Capital”.
Sin embargo, el trabajo humano es explotado vilmente. Por eso Marx habla de la plusvalía.

Este proceso de acumulación del capital, al mismo tiempo, puede derivar en una práctica de concentración de la riqueza en pocas manos y en pocos países, produciendo un fenómeno de creciente desigualdad económica, que inmediatamente se traduce en riqueza desequilibrante, y en un poder preponderante de los ricos y poderosos en el funcionamiento global de la sociedad.

Y justamente Davos, una ciudad suiza, es el lugar donde anualmente, en el mes de Enero, se reúnen los grandes factores de poder, en el Foro Económico Mundial -FEM- para analizar la situación global, y diseñar las políticas económicas que permita darle continuidad al sistema hegemónico.

Las corrientes de pensamiento que adoptan un pensamiento crítico, y cuestionan el modelo capitalista y su base ideológica, que en esta etapa es el neoliberalismo, han creado en Porto Alegre – Brasil, una alternativa denominada Foro Social Mundial,-FSM- que ha acuñado una propuesta interesante: “Otro mundo es posible”. Justamente la lucha sindical, social y política, es para cambiar el mundo.

En la reunión de Davos de este enero 2016, participa el nuevo presidente de Argentina Mauricio Macri, – rico empresario-, después de 13 años de ausencia del país en este evento, retomando las relaciones directas con lo más granado de la dirigencia del mundo capitalista, que el considera como su propio mundo.

Y una institución libre de toda sospecha ideologizante, en su ultimo Informe Anual, nos proporciona datos escalofriantes sobre la desigualdad económica:

“62 multimillonarios son tan ricos como la mitad del mundo…de los cuales 53 son hombres… 1% de la población del mundo concentra 50 % de la riqueza”.
Carlos Slim, Warren Buffett y Bill Gates, son los tres personajes más ricos del mundo.

Oxfam se fundó en Inglaterra en 1942, y significa: Oxfam= Oxford de Inglaterra, y Famine= Hambre-Hambruna.

Nos informan que trabaja en 94 países, buscando soluciones a la pobreza.

Y actualmente estudia la grave situación de la desigualdad económica, y buscan la justicia social – justicia fiscal. Afirman que el crecimiento económico duradero y sostenible, exige combatir la desigualdad, y eso plantea la necesidad imperiosa de poner en marcha políticas de inclusión social y de redistribución del ingreso, que a su vez exige políticas fiscales progresivas, más Justas: “Más se gana, más se paga”.

Sus estudios nos proporcionan datos reveladores:

“En los EE.UU.,en el Sistema impositivo,en los últimos 30 años, las alicuotas fiscales son mínimas para los ricos, que facilita la concentración de la riqueza…en Italia, las alicuotas fiscales que paga quien gana 80.000 Euros, y quien gana 8.000.000 Euros, es la misma”. Y afirma una verdad importante”
“La pérdida del PIB del 8% de estos últimos años, se debe a la desigualdad económica”.

Oxfam nos dice algo sumamente valioso sobre el trabajo:

“El rédito del trabajo en los últimos 25/30 años ha disminuido peligrosamente. Entre los cargos de los directivos y de los empleados, la brecha se ha ampliado, y continua el deterioro…la desigualdad económica influye negativamente en el rédito del trabajo. Influyen las políticas económicas, la reducción de las inversiones en los servicios públicos esenciales en general: educación – salud –trabajo…más poder económico, significa más riqueza, que condiciona las políticas económicas de los gobiernos…La desigualdad económica, indica fracaso del modelo económico”.

Los paraisos fiscales conforman la gran trampa del modelo económico. En esos fondos existen 7.600 billones de dolares, que no pagan impuestos. En el caso de que pagaran, alrededor de 190.000.000.000 de dólares recibirían los Estados por año. Las empresas de los EE.UU. declaran réditos en Las Bahamas de 80.000.000.000 de Euros (3.3% de sus réditos globales, pero en la Isla, su presencia económica son del 0.3% de sus ventas, y solamente 0.1% del costo laboral global. Es necesario poner fin a los paraísos fiscales, y establecer en los países una progresividad fiscal. Es vital una redefinición del sistema fiscal y una reforma de la fiscalidad a nivel internacional, más las inversiones en salid, en educación y en la promoción del trabajo.

Con paraísos fiscales, los Estados Nacionales están condenados a un estado de minoridad, de invisibilización creciente, que es justamente la prédica neoliberal: Estado mínimo, para no tener capacidad para organizar buenas políticas públicas, y atención eficiente de las necesidades de la población, y funcionamiento adecuado de nuestras sociedades.

Así entendemos mejor lo que afirmaba la Tatcher: “La sociedad no existe”. Solo existe el individuo

Podemos imaginarnos si efectivamente, al no existir paraísos fiscales, y ser pagados los impuestos correspondientes, los Estados en general, pudieran recibir por año la bicoca de 190.000.000.000 de dólares. Podríamos encarar un crecimiento económico y desarrollo social duradero y sostenible.

Necesitamos más que nunca reivindicar el papel del Estado como garante del Bien común y responsable del bienestar general de los miembros de una sociedad libre y democrática.

Es necesario proclamar cada día: Necesitamos la vigencia de un estado social democrático de Derecho y de justicia social, con el protagonismo de la ciudadanía, del pueblo, de los trabajadores, con igualdad de oportunidades y con justicia social.

Y el mismo Quevedo entonces nos alerta:

“Donde hay poca justicia, es grave tener razón”.

Busquemos en este Siglo XXI, aproximar, armonizar y hacer que cabalguen en el mismo alazán, la libertad, la justicia social y la razón.

 

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