La gran encrucijada

 

Una vez más -entre otras- nuestro amado país de “desconcertadas gente”, -según a su tiempo dijo un notable pensador- ha llegado al crucial punto de la encrucijada política ahora, agravada por el atroz azote de la pandemia que “se les chispoteó a los chinos, dizque por “accidente” y contra el cual, sólo nos ofrece la ciencia, una tembleque “vacuna” y una terapia de aficionados, mientras la extraña peste, sigue matando gente en todo el mundo.

Y  de yapa, cierto columnista que alguna vez mal dirigió -por tarjetazo Minerva- un diario que nunca tuvo alma, ni tiraje, pretende consolarnos, diciendo que a “la chinita” (heredera de uno de los más grandes y tenebrosos ladrones que recuerde nuestra historia) “sólo la sufriremos cinco años”, en cambio al “sombrerón cuasi terruco, habremos de aguantarlo para siempre”.

Triste posibilidad en ambos casos, sin descontar que el susodicho “Politólogo amateur”, olvida que “La Chinita”, tiene pendiente una acusación fiscal que solicita nada menos que treinta años de prisión por delitos comunes. No sé si tal solicitud, podría descontarse, o echarse al olvido, llegado el momento, cuando ella -ya en el poder- indulte a su “api” y ¿por qué no” a  su tío el “Doc” que le enviaba jugosas propinas en sus días de estudiante, amén de enseñarle ciertas gracias de malabarismo electoral que ahorita mismo han empezado a destaparse.

En fin. Parece ser que ya todo está dicho y por más que me he jurado  a mí mismo, no volver a meterme en política, no puedo menos que acusar el golpe, pensando en lo que podría hacerse al respecto.

Abstenerse de votar o viciar el voto, no sería más que una vana pataleta.

Y continuar de comparsa en la tragicomedia que vivimos, es algo que de verdad revuelve el hígado.

Hay quienes sueñan con tocar la puerta de los cuarteles, pero me temo que el remedio sería peor que la enfermedad.

Y retomar el auto exilio, es algo tan amargo y triste, que me resisto a evocarlo.

Me refiero -claro está- a la desgracia de abandonar el suelo patrio, sin las gollorías que suelen disfrutar otros “opositores de lujo” a los que encontré en mi camino, mientras sus familiares y “amigos” los glorificaran como “importantes demócratas”, mientras yo, las veía de todos los colores para ganarme un sanguchito y muchas gracias.

No tengo el don de la profecía, pero si poseo muy buena memoria. Y como  se dice en ciertos casos, por ahora, sólo nos queda rezar y…. que Diosito -que según algunos- es peruano, nos escuche, aunque sea por esta vez. Y muchas gracias.

 

Leave a Reply