La lección del guerrero

 

Paolo Guerrero jugará el Mundial Rusia 2018. La medida cautelar que presentó ante el Tribunal Federal Suizo procedió y consiguió la autorización para jugar en el mayor evento internacional del fútbol.

Guerrero hizo honor a su apellido, no se durmió sobre sus laureles ni se quedó conforme con lo que consideraba una injusticia que puso a todo un pueblo a llorar su ausencia como capitán de la selección peruana. Dio batalla en las diferentes instancias posibles y al final lo logró- El TAS (Tribunal Arbitraje Deportivo) le comunicó la buena nueva en un documento oficial. La sanción queda suspendida y puede cumplir su sueño.

No aceptó el reposo ni la resignación del guerrero, hizo su propia lucha cuando muchos daban por perdida su causa y aunque con tristeza ya lo tenían por liquidado como seleccionado nacional y como jugador profesional internacional.

Pero Guerrero nunca lo consideró así y al perseguir con todos los recursos posibles aquello en lo que cree dio lección de dignidad, de amor propio, de confianza en sí mismo y sobre todo de perseverancia. Más allá de los goles que seguramente convertirá en Rusia, que harán delirar a sus hinchas en todos los rincones de la patria, ha dado -con su actitud de valentía y consecuencia- una gran instrucción moral a la nación.

Y en especial a la juventud peruana cansada de malas noticias, de ausencia de valores, de corrupción y hasta de ignominia. Ávida de triunfos, de consecuencia, de batallas por ser libradas para darnos glorias y excelencia como sucedió con la emocionante clasificación peruana para ir al mundial después de 36 años.

Esta es la gran lección de la confianza en sí mismo y de la autoestima que hemos ido perdiendo en tantas batallas en las que el liderazgo político y social no ha estado a la altura de lo esperado. Gracias Paolo por ser más de lo que el imaginario popular pudo concebir, por tener el temple de la valentía y el coraje, eres el capitán del futbol peruano pero también el de los ideales y las ilusiones, el de la consecuencia y el valor. Bien por ti y por los símbolos que necesitamos. Eres no solo el capitán y el gran futbolista, eres el guerrero peruano de los sueños imposibles.

Párrafo aparte -en este plano simbólico de lecciones que llegan al corazón- merece Doña Peta, la mamá leona, la aguerrida y la fuerte en ánimo y energía, la que salió a las calles y mezcló lágrimas con gritos en defensa de su hijo. No se quedó tranquila ni resignada, dio la batalla y el Perú la vio en las plazas casi sin voz para desplegar su fe y su confianza en la justicia divina y humana para su hijo. Exigió, reclamó y lució esa aristocracia que no viene del dinero sino del espíritu y la moral en alto, la fe que conmueve. Hoy todo el Perú la acompaña en su alegría.

 

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