La trascendencia del voto responsable

 

La ciudadanía ha ingresado a la recta final del proceso electoral fijado para el domingo entrante y que tiene especial significado porque dará a conocer la nueva composición del Congreso de la República. Es decir, el parlamento integrado por 130 representantes de todas las regiones del país y cuya investidura les permitirá hacer uso de un poder delegado por el pueblo. Hasta el momento todo indica que se trata de unos comicios, en los que prima básicamente el valor de la transparencia.
A estas alturas se advierte en el humor de los electores una tendencia real hacia el cambio, lo cual se puede interpretar como la voluntad de entregar a la representación popular a candidatos y partidos que no tienen antecedentes oscuros y negativos, que tanto daño, sobre todo en corrupción, le ha hecho al país. En las redes sociales se menciona a Fuerza Popular, Apra, Acción Popular, Solidaridad Nacional, Contigo, Alianza para el Progreso y Popular Cristiano, algunos de los cuales pretenden engañar al electorado con rostros nuevos, que no son otra cosa que el antifaz de sus predecesores, aquellos que integraron parlamentos entreguistas, obstruccionistas, contrarios a los intereses de las mayorías nacionales.
En esta etapa de la vida política del país y dada la complejidad de los problemas políticos, económicos y sociales que embargan la preocupación de los ciudadanos, podemos concluir que nadie es dueño de la verdad, tampoco de recetas mágicas y que, luego del proceso electoral, el gran fiscalizador será el propio pueblo, el mismo que estará obligado a movilizarse en un marco de confusión, de incertidumbre, de manoseo de toda índole, hasta de extremismos ideológicos que quieren hacer creer que la única solución es la que presentan aquí y ahora, tal como es el caso de los neoliberales.
Lo dicho significa una posibilidad de conocer los niveles de desarrollo político tanto de adultos mayores, que son los menos, como de la nueva juventud ciudadana. Las primeras voces ya se han escuchado por parte de estos últimos. Existe una primera constatación y comprobación que se ha dado en plazas y calles, cuando se ha pretendido vulnerar los derechos que les corresponden. Efectivamente, es la calle poblada de gente de a pie, la que ha establecido en común algunas pistas y líneas de fuerzas sobre las cuales se pueden constituir respuestas y propuestas concretas, que bien podían ser mensajes elocuentes para los futuros parlamentarios. Todo está en que estos deben estar dotados de una firme sensibilidad para revertir el actual proceso de máxima deshumanización social, en beneficio de los más pobres, excluidos, marginados, no contactados socialmente.
Claro está que lo anterior esta sujeto a los resultados del proceso electoral ad portas. El cambio va más allá del simple acto de ir a las urnas. Es importante el voto pensado con la mayor seriedad. Es necesario seleccionar a la agrupación política en condiciones de iniciar la transformación anhelada. El gran desafío es saber establecer entre lo malo y lo bueno. ¿Por qué el país se encuentra viviendo una pobreza política y moral tan criticada? La respuesta la tenemos los ciudadanos. Para ello es necesario una gran capacidad de realismo sano, de profundo conocimiento de los principios y valores que inspiran a la gente que anhela una verdadera transformación, ética y cultural, que de vida a una nueva práctica de respeto a la dignidad de la persona humana.

 

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