Lo social, lo humano, la gran tarea del 2017

 

Con un paso adelante, tímido y curiosamente provocador, concluyó el año político en el país. Estoy haciendo referencia a la jornada cumplida por el Acuerdo Nacional, foro que tuvo tiempo apenas para discutir uno de los problemas más delicados que afectan a la colectividad peruana: el de la seguridad ciudadana. Las organizaciones partidarias y los gremios de trabajadores y empresarios se sentaron alrededor de la mesa prevista en la Casa de Gobierno y, creemos de buena fe, dieron ideas para el logro de un plan expuesto por el ministro del Interior para recuperar la confianza de la sociedad en la policía y reducir la victimización.

En el papel quedaron otros temas de igual trascendencia, que seguramente serán objeto de discusión pronta, en la medida en que se muestre voluntad y decisión para enfrentarlos desde un solo frente, aquel que una en verdad y sin hipocresías ni cálculos subalternos a quienes anhelan un país con desarrollo, justicia y democracia real. Esos temas están vinculados a la lucha contra la corrupción, formalización y una agenda social que incluye educación, salud y saneamiento. Vendrán días mejores si es que no perdemos el optimismo y miremos con buenos ojos el devenir del 2017.

En tal sentido me inclino a favor de aquellos que piensan que cada uno de los temas en agenda previstos por el foro que lleva el significativo título de Acuerdo Nacional, repercutirán en lo social que es lo humano. Es lo que deseamos, entendiendo que lo social es la clave de cuanto se necesita hacer con urgencia en la problemática política, económica, ética y cultural a partir del año nuevo. Quizá nuestro ánimo se esté desbordando más allá de lo que la realidad nos presenta. Pero algo de fe debemos de tener a estas alturas, cuando 30 millones de compatriotas, entre ellos dos terceras partes están en la línea fronteriza de la pobreza o ya están caminando por las piedras encendidas de la pobreza extrema.

El Acuerdo Nacional tiene, sin duda, un buen nombre. Pero no debe quedar allí. Debería hacer honor a su denominación para convertirse en un encuentro amplio, pluralista, unitario, preocupado ante la más grave deshumanización de lo social y degradación de lo humano. Si hay que mirar para atrás, hay que hacerlo para recordar sus consecuencias. Si hay que mirar para adelante, hay que hacerlo para poner de manifiesto una unánime voluntad de compromiso de acción para lograr respuestas y propuestas alternativas a la situación actual.

En ese cometido no se puede apreciar con pesimismo lo que vendrá mañana. Es verdad que lo social a lo mejor no está en el esquema planteado por el egoísmo, la vanidad, la avaricia, comportamientos que empujados por una ambición material sin límites, lo arrojaron al basurero de la historia y que igual cosa hicieron respecto a lo humano, que fue botado al basurero de la sociedad. Miremos el 2017 con otros ojos. Metamos en la cabeza de nuestros políticos y en la de quienes ostentan los poderes fácticos, que la idea de la justicia social es compatible con la libertad, con la democracia, con el crecimiento económico, con el desarrollo. No hace mucho se le prometió al pueblo una revolución social. Pues entonces, hay que hacerla y aunque suene a utopía, compitamos por hacerla cuánto antes y mejor.

Por lo demás, ojalá haya quien más allá del mundo terrenal se apiade de quienes menos tienen, los discriminados, los excluídos, a quienes más de una vez se les dijo que una sociedad justa puede ser realizada solamente en el respeto de la dignidad trascendente de la persona humana.

 

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