Ni la “teoría del chorreo”, ni la “teoría del sacrificio”

 

Aún no ha comenzado el debate, en términos formales, pero algunos espontáneos adelantan opiniones sobre el futuro de la economía y, de esa manera, cómo superar la crisis que, hoy por hoy, va sumando pobreza extrema y dejando sin un centavo en el bolsillo a quienes, hasta antes de la pandemia, se ufanaban de haberse incorporado a la clase media.
Bueno yo, también, voy a dar cuerda suelta a mi otro yo, cargado de espontaneidad, mirando hacia el lado de quienes menos o nada tienen. En tal sentido sé que la relación entre equidad y desarrollo, desde hace mucho tiempo, es objeto de análisis, ya que se trata de una cuestión que involucra propiedad de recursos y poder. En la discusión política se mezclan el conocimiento objetivo y las legítimas convicciones y preferencias de unos y otros.
En ese cometido y caminando por el mundo real, se observa que hay quienes siguen leyendo el libro del filósofo y moralista escocés Adam Smith: “Una investigación sobre la naturaleza y causa de la riqueza de las naciones”, mientras otros, para los efectos del análisis del pensamiento económico clásico, prefieren la obra del filósofo alemán Karl Marx: “El Capital”.
Así tenemos que mientras Smith concentra su atención en la creación de la riqueza, Marx lo hace en su apropiación. En tanto Smith considera el estímulo de la propiedad privada y del beneficio individual como la fuerza dinámica principal en la creación de la riqueza, Marx muestra su preocupación por el valor agregado generado por el trabajo y de su apropiación por parte de los trabajadores. Contra lo que se pueda pensar, ambos llegan a una conclusión lógicamente similar. Pero, ambos difieren, sin embargo, acerca de cuál es el problema cuya solución ha de buscarse inicialmente y cuál aquel cuya solución se logra como consecuencia.
En los encuentros académicos no faltan voces que afirman que ambos apoyan a la llamada “teoría del rebase” o, más popularmente, “teoría del chorreo”. En ese sentido, para el escocés, lograda la riqueza de la nación, se dará la de cada uno de los ciudadanos. Para el alemán, en cambio, asegurada la propiedad de la “plusvalía”, o valor del producto por encima del costo de salarios, no para los capitalistas, sino para los trabajadores organizados, se dará un proceso de acumulación que llevará a la riqueza de la nación. Lamentablemente y a la luz de la realidad, ninguna de las dos vertientes ha tenido éxito en el mundo real. Ni la de los incentivos, ni la de la distribución.
Aquellos que abogan con el libro a la mano de Smith, a menudo citan como evidencia de su éxito, el caso de los países industriales. Muestran indicadores de equidad muy por encima de aquellos que se observan en los países en desarrollo. Callan, no dicen, que tales países comenzaron a aplicar medidas dirigidas especialmente a mejorar la equidad del sistema social a comienzos del siglo pasado y aun antes, en casos específicos. Las fuertes críticas al capitalismo contenidas en la Encíclica Rerum Novarum demuestran que un siglo de revolución industrial no fue suficiente para permitir que se expresaran las supuestas tendencias automáticas del sistema de promover la equidad.
De la misma manera, quienes tienen como almohada de cabecera el libro de Marx, saben que tal propuesta no presenta mayor éxito. La destrucción de los incentivos a la iniciativa individual, si bien conduce a sociedades más igualitarias, tiene, como consecuencia, sociedades estancadas.
Por tanto, al buscar la equidad como subproducto del crecimiento, los países capitalistas no tuvieron el resultado feliz esperado. Al buscar el crecimiento como subproducto de la equidad, los países que todavía rezan con el libro de Marx, han fracasado. Sino no están convencidos miren, entonces, lo que está ocurriendo en el mundo global.
Hubo, en su momento, quienes nos hablaron de la “teoría del sacrificio”, señalando que, si se quiere tener crecimiento económico, es necesario sacrificar la equidad.; y si se quiere lograr la equidad, es necesario sacrificar el crecimiento. Tampoco parece ser posible. La teoría del sacrificio convierte a la economía en la ciencia de la desesperanza o crecimiento sin equidad o equidad sin crecimiento. Según la teoría del sacrificio, equidad y crecimiento, compiten entre sí. Sólo es posible lograr algo más de uno de ellos, a costa de tener algo menos del otro. Esta visión está implícita en muchos de los enfoques modernos sobre el problema de la equidad.
Debo concluir que las consecuencias políticas y sociales, tanto de la teoría del rebase en sus dos vertientes, como la teoría del sacrificio, son inaceptables. Las acciones que se derivan de ellas, conducirían a la inestabilidad social recurrente. La violencia y la represión consiguientes, hacen daño. No pueden ser componentes permanentes de la vida social. Como tampoco la guerrilla, el terrorismo, la corrupción, entre otros males, como fórmulas de vida.
¿Qué hacer, entonces? Bueno, en estos momentos los llamados “partidos políticos”, se encuentran atareados en formar candidaturas presidenciales y parlamentarias. Ojalá que, entre ellos, el designio acertado los acompañe. El pueblo peruano merece un futuro mejor en lo económico y en lo social.

 

One Response

  1. pepe mejia c. dice:

    El problema en el Peru, la empresa privada debe invertir cumpliendo las leyes actuales del trabajo, el estado tambien debe intervenir principalmente en los contratos con las mineras, las concesiones que pagen lo justo, el estado tiene que estar presente en empresas estrategicas como petroleo, agua, educacion, vivienda. La epidemia del covid 19, ha desnudado al estado neoliberal de sus debilidades. Otro `problema mas tambien debe industrializar al pais debe ser atraves de la empresa privada, dando valor agregado a la agricultura, mineria.

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