Para hacer felices a los demás

 

Quizá al estar escondidos tras ese artilugio blanco o de colores poco lúcidos, hemos reflexionado sobre el valor tan grande de la sonrisa. Lo expresa bien Lovasik, en su memorable libro sobre la amabilidad: “Una sonrisa cuesta poco y hace mucho. Enriquece a quienes la reciben y a ti no te hace más pobre. Aporta felicidad al hogar y fomenta benevolencia entre los hombres. Es un descanso para el fatigado, luz para el abatido, un rayo de sol para el triste y el mejor remedio de la naturaleza contra las preocupaciones” (p. 59). De esto ya no tenemos.

Quizá es el momento para reflexionar un poco sobre cómo es nuestra amabilidad con las personas con quienes convivimos, con quienes nos cruzamos. Porque a veces estamos tan preocupados por el trabajo, por la familia, por salud, que no te das cuenta del careto lúgubre que llevas por la vida. Por eso es recomendable mirarse alguna vez al espejo, cuando vas a salir de casa, para ver que ven los otros. No sea que no te des cuenta y estés de susto.

“La sonrisa es uno de los mejores medios de que dispone la naturaleza para hacer felices a los demás. Entre los rasgos más atractivos del carácter de alguien está esa sonrisa cálida y sincera que nace de dentro” (p. 59). Ahora de esto no tenemos. Y al echarlas en falta puede ser la ocasión de reflexionar sobre el tema y valorarlas.

 

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