Políticos a espaldas de la realidad nacional

 

En la vecina Bolivia ya están sufriendo las consecuencias de la falta de lluvias y la consiguiente sequía. Lo mismo ocurre en otras naciones cercanas. Hay desesperación y los ciudadanos califican lo que está ocurriendo como una verdadera catástrofe. La vida de millones de personas está en peligro. Aquí, en nuestro país, está pasando algo parecido. Tanto que el gobierno se ha visto en la obligación de declarar en emergencia 37 valles agrícolas de siete regiones. No hacerlo hubiera sido una verdadera irresponsabilidad. En Bolivia hablan sobre la escasez de agua, como la crísis más grave de hace cien años. Aquí se cita como la más desesperante de las últimas décadas.

En tanto la gente de campo que produce los artículos de panllevar, le reza a las mil vírgenes para que el fenómeno no nos deje sin alimentos indispensables para la mesa de ricos y pobres, da la impresión que los grupos políticos representados en el Congreso de la República, no tienen mayor interés en tratar un problema como este, verdaderamente importante y urgente de solucionar. Con el fujimorismo a la cabeza y su cada vez mas descarado aliado, el neoaprismo de estos tiempos, ellos están dedicados, más bien, a restarle posibilidades de gobernabilidad al régimen pepekausista. Y lo hacen a tiempo completo, dejando de lado asuntos que, a estas alturas, son de vital trascendencia ¿Qué decirles, entonces, para que se enteren de la gravedad de la falta de lluvias y por tanto de agua, que está conduciendo a la agonía en Piura, Lambayeque, La Libertad y Moquegua? ¿Cómo hacerles saber que entre el 5 y el 6 por ciento del agro carece del líquido elemento, tanto en el norte como en el sur? ¿De qué manera les llamamos la atención que pueblos enteros como Lima, Junín, Apurímac, Amazonas, Cajamarca y Huánuco, más temprano que tarde, correrán el mismo riesgo?

La tarea, al parecer, es largamente difícil. No hay voces serenas, equilibradas, en capacidad de expresar que antes que todo está el Perú. La preocupación de la mayoría congresal y de sus adláteres está centrada en otra dirección. El juego está a la vista. Se trata de debilitar al gobierno, gobierno que no solamente carece de partido organizado, sino que además tiene una bancada parlamentaria que no se caracteriza, precisamente, por su unidad. Las recientes declaraciones del extoledista Juan Sheput, nada menos que vocero oficialista, es una demostración de esto. Sin tomar en consideración la función que le corresponde, mientras el gobierno, por boca del propio presidente de la república, manifiesta que no tiene sentido la interpelación al ministro Jaime Saavedra, el “juanudo” expresa muy orondo que “en lo personal” está acuerdo con la decisión del fujimorismo. Ante la eventualidad de una censura al citado titular de Educación y con ello la afectación de la reforma de la ley universitaria, el “juanudo” en referencia declara sin pestañar: “no creo en insustituíbles”.

El “juanudo” de marras se dice político y no tecnócrata, como si esto fuera una mala palabra. Error de errores. Olvida que en determinadas circunstancias se necesita ser más tecnócrata que político y en otras, más político que tecnócrata. El dominio de ambas habilidades, hace más competente al gobernante. Los resultados de tan desafortunadas expresiones, ahora saltan a la vista. La batería bélica del fujimorismo, por intermedio del expepecista Luis Galarreta, acaba de recomendar al gobierno que vaya buscando un nuevo gabinete ministerial, porque la interpelación y la posibilidad de una censura, va de todas maneras. ¿Es acaso una maniobra psicosocial, en la que son expertos los herederos del fujimontesinismo? A lo mejor. Galarreta, Becerril, el exaprista Salaverry, la expepecista Alcorta, no son otra cosa que los voceros de Keiko. Hacen lo que les ordena. Sin dudas ni murmuraciones. ¿Disciplina? No. Se trata, sin vacilaciones, de un grupo regimentado, sin derecho a pensar. Prácticamente unos robots que actúan mecánicamente. No constituyen una oposición seria. Juegan a eso. La prueba está en que cuando el presidente PPK cita que podría solicitar un voto de confianza para su gabinete, en tanto insistan en la maquiavélica decisión de censurar a Saavedra, ellos responden que “sería un grosero error político”.

¿Error político? ¿Ignora ese colectivo samurai que la negativa al voto de confianza, por dos veces consecutivas, obligaría a la disolución y a la convocatoria de un nuevo Parlamento? Claro que no. Pero órdenes son órdenes, aunque con eso lleven al país a una situación delicada. Ellos, que ahora son mayoría, tendrían que irse. Pero, igualmente, quienes son minorías. ¿Si ésto fuera viable, a quiénes elegiría, para entonces, la ciudadanía? Esa es una interrogante por absolver, sabiendo que el estado de violencia que, poco a poco, se está observando en diversos espacios del territorio nacional, podría traer por los suelos, la necesidad de afianzar, de fortalecer, la vida en democracia.

Delicada la perspectiva. Sin políticos, sobre todo parlamentarios, de buen nivel, no hay mucho futuro bueno por delante. Y encima, con la ausencia de lluvias que permitan el regadío de los valles rurales, hay más de una razón para sentirnos preocupados. La falta de agua creará desabastecimiento de alimentos, encarecimiento de los mismos, acaparamiento y especulación, descenso de las exportaciones, disminución de las divisas, protestas de todo tipo. Volveremos a tiempos que parecían superados. Vale, eso sí, que el gobierno con 60 días de plazo, funcione con el mayor dinamismo y proceda a realizar las obras que garanticen el abastecimiento de agua, que se rehabiliten los pozos y se habiliten las aguas de drenaje, pero que también se regule el uso del líquido para el uso agrario, se le de adecuado mantenimiento a los reservorios y solucione el viejo conflicto interegional, por el cual hay circunscripciones que se consideran dueñas del agua, porque en sus jurisdicciones están las nacientes del vital elemento.

Hay tareas por cumplir. La más importante, preservar el derecho a la vida. El agua es eso: vida.

 

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