Realizaciones y desafíos de un año que se va

 

Faltan pocos días para que culmine un año de gobernabilidad, durante los cuales se han dado una serie de hechos que obligan a resaltar el significado de dos palabras trascendentes para el futuro del país: “realizaciones” y “desafíos”.

Ramón de Campoamor solía decir: “En este mundo traidor, nada es verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con que se mira”. La frase es oportuna para analizar lo que ha ocurrido en el campo político, económico y social en nuestro país. En lo político, agravada por la descomposición de los partidos, encontramos que todavía hay mucho por alcanzar, aunque en los últimos tiempos, sobre todo con lo ocurrido en el referéndum del reciente 9 de diciembre, se puede concluir que se está dando el caso, aunque frágil, de un pueblo que reclama su derecho a participar en los cambios indispensables para salir de la situación de subdesarrollo. Pero ello es insuficiente. La ausencia de una democracia real es notoria. En lo económico, en tanto se persista en aplicar las recetas del proyecto neoliberal y monetarista, está asegurada la condena a la mayoría de la población de vivir en pobreza y extrema pobreza. Las cifras del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) son elocuentes al respecto: la pobreza se incrementó de 20.7% a 21.7%. La famosa brecha entre ricos y pobres, entre pueblos hambrientos y pueblos opulentos, permanece abierta y todo indica que así continuará. En lo social tenemos una población turbada por las posibilidades de empleo y condiciones de vida y de trabajo, más ahora cuando el Ministro de Economía anuncia cambios que podrían afectar los derechos adquiridos de los trabajadores. Aquello de citar, por ejemplo, el pago de vacaciones anuales según los días trabajados mensualmente, es propio de quienes tienen una visión mercantilista de lo laboral, obviando el sentido social de ello y la condición de persona humana de quien trabaja. Tal ministro es posible que no cuente con los conocimientos ni la experiencia indispensable para salir de los parámetros del neoliberalismo, a pesar del fracaso de esa nefasta política económica.

Ciertamente al preguntarnos sobre las “realizaciones”, por ahora no podemos esperar una enumeración convincente de “obras” concretas. Todo sigue en proyecto y acciones inconclusas o tardías, como lo que está sucediendo en la reconstrucción de los pueblos del norte afectados por el pasado “Fenómeno del Niño”. Debemos sí señalar, el espíritu animoso de un Poder Ejecutivo, con conciencia precisa de los “clarososcuros” y con sentido de la historia como propia auto reflexión y como búsqueda de caminos en orden a la construcción de una nueva sociedad, más digna, más humana y por lo mismo más comprometida dentro de la concepción de una nación fraterna.

Lo anterior nos lleva a pensar en que las “realizaciones”, se pueden convertir en “respuestas” a los “desafíos” que plantea una sociedad en crisis como la nuestra, crisis de valores y crisis en el encuentro de un Perú que tenga capacidad de propuesta, de decisión y de acción para salir de ese círculo “tercermundista”, en el cual se encuentra encasillado. La corrupción en el sector público y privado, la escasa calidad de quienes ocupan cargos importantes sobre todo en el Poder Legislativo y Poder Judicial, la impunidad con que actúan las mafias dedicadas al tráfico ilícito de drogas, el contrabando y a la explotación ilegal de las riquezas naturales como la minera y la maderera, constituyen entre otros males a los que hay que combatir en todos los frentes del quehacer nacional. Esta tarea es enorme. Es cierto, pero posible siempre y cuando el pueblo construya con sus propios medios una forma de vida propia de la democracia participativa.

 

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