Sólo un sueño

 

Dicen los decidores que “soñar no cuesta nada”. Y lo dicen, porque jamás pernoctaron-por ejemplo- en cualquier covacha de la cadena Hilton, o el benemérito “Lido” de Paris, anexo a una de las más famosas “Discos” de este (perro) mundo, mi estimado. Este modesto escribidor, -que sin haber soñado-, pasó una nochecita de esas en el “Waldorf Astoria”, en cuyo cabaret “techero” disfrutó el tremebundo sueño despierto de asistir (no escuchar), a una interpretación del fabuloso trompetista Louis Armstrong, sobre el “Saint Louis Blues”, que es y será para siempre, uno de mis recuerdos inconmovibles. Descansa en paz genial “Satchmo”.

Pero a lo que íbamos, ayer, mientras enfrentaba a lo que ustedes podrán imaginarse, como una de las alternativas clásicas de mi vida periodística, recordé una simpática frase de Walt Disney que dice así, como afirmaba Nicomedes antes de disparar una de sus sabrosas décimas de pie forzado:” Si lo has soñado, es porque puedes hacerlo”.-Y ojalá que fuera cierto.

Sin necesidad de dormir, ni apoyarme en ninguna de esas “muletas” que usaba Baudelaire, llamándolas “Flores del Mal”, aluciné que –por ejemplo-la inmensa creatividad de los sabios chinos, a los que poco les falta para inventar el agua tibia y las tazas para zurdos, podrían de golpe y chifazo, lanzar al mundo, un aparatejo capaz de acabar con los “marcas”, “cogoteros” y otras lacras que pronto serán achicharradas por los “Charles Bronson” que ya calientan motores, aunque a los delicados “defensores de los Derechos Humanos”, les incomode el corazoncito y les afloje el calzón con blonda.

El aparatejo que imagino-y no patento aún, porque no tengo plata, ni paciencia para los trámites- consistiría en un “súper- celular”, que hubiera podido comercializar Genaro, peleándose con sus hermanos y cuyas especificaciones, voy a precisar, con la esperanza de que me caigan “unos verdecitos”, el día en que este maravilloso truco salga a la cancha.

Mi ideota pues, parte de la certeza que atiende las numerosas aplicaciones de cualquier modesto iPhone, de esos que ahora pueden costar la vida a cualquier militante del “bobonaje” que se atreva a utilizarlo en público, recabando en canje de su osadía, entre uno y seis plomazos en diversos artefactos del equipo anatómico, con variante de arrastrón pistero, si acaso la víctima, pertenece al género de esas doñas , que sostienen: ”a mí nunca me va a pasar eso”, o que ven “buenmozo y bien vestido”, al choro que las espera en el paradero del micro.

El súper chiche que craneo, estaría dotado de un emisor láser (o cosa parecida), que convertiría su “fonazo” en un “ultra paralizer”, que dejaría al malandrin flotando en la cuarta dimensión, por lo menos durante diez minutos, tiempo que emplearía uno de los diez mil patutos que promete Urresti, en recogerlo como basura, gracias al sistema de alarma que se dispararía una vez que el cliente, (el honesto, digo), tuviera el valor de apretar el botón correspondiente.

Claro que el asunto, – como todo en esta life -tiene sus bemoles. Por ejemplo: el “Súper-Celu”, tendrá registrada la propiedad del usuario, mediante registro óptico, a fin de que no sea empleado por algún “arrebatador”, además de un seguro a toda prueba, para impedir que los “caídos del palto”, que en su vida han usado un arma ni saben de lo que se trata, puedan dejar el instrumento al avance de niños traviesos, o noviecitas histéricas que nunca faltan.

Algo más. Choreándole uno de sus trucos a “Misión Imposible”, mi súper cuete, se autodestruirá, en caso de que “alguien” ajeno al titular intente manipularlo, cuestión que me hubiera gustado tener en mis tiempos de noviazgo con “la pérfida”, que con toda acústica, me disfrazó de “sombrerera taurina”, sin dudas ni murmuraciones.

Naturalmente, esta “genial idea”, tiene sus imperfecciones, que ruego a ustedes disculpar a este inventor debutante, que espera ver pronto en juego este sensacional “parto de su sesera”, aguardando-sentadito- al visionario capitalista, que quiera poner la guita para el despegue.

No quisiera repetir el Waterloo, del aprovechado que sacándole la vuelta a un usuario de muñeca robot, terminó pegando un alarido, luego de apretar el botón equivocado, lo cual motivó que la hermosa maquinaria se convirtiera en moledora de carne, con las consecuencias que ustedes ya chispean.

Bueno pues. Ya lo dije…ahora, como “la Rubia Mireya”, espero la propuesta de algún punto bacanazo que me acamale la marmaja.

 

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