Thorne pecó de candelejón, PPK va por el mismo camino

 

Que Alfredo Thorne debe irse de la incómoda silla del Ministerio de Economía y Finanzas, resulta siendo una necesidad urgente. Tanto para él, como para su familia y allegados. Pero, no porque se trate de un incompetente profesional o un deshonesto funcionario. En lo primero, son muchas las instituciones internacionales que requieren de sus servicios y como ciudadano, hasta donde se sabe, sin mácula, así lo reconocen hasta quienes ahora le niegan que tenga en sus manos las llaves de las puertas de acceso del portafolio, en donde previas sumas y restas, se hace lo imposible por mantener en equilibrio y sana salud la vida económica y financiera del país.

Las razones son otras. Thorne, aunque en su pasada historia universitaria, muy joven todavía, era de aquellos precursores de la “caviarada” de estos tiempos y hasta podría afirmarse un prometedor “rabanito” o sea rojo por fuera y blanco por dentro, no es precisamente un hábil o por lo menos un tecnócrata zambullido en las arenas movedizas de la política nativa. No pasa de ser un profesional con buenas calificaciones en el mundo de las organizaciones globales, a quien su buen amigo, Pedro Pablo Kuczynski, trajo de regreso al Perú, pensando que con su apoyo podía hacer realidad el sueño de la “revolución social”.

Luego de su ajustado triunfo electoral, Pedro Pablo olvidó o prefirió no decirle que la candidata derrotada por segunda vez consecutiva, se la tenía jurada. Algo así, con el perdón de los amables lectores, como una especie de mentada de madre. Tanto que muchos días después de lloriqueo íntimo, salió a la luz ciudadana y no para felicitar al vencedor, sino que blandiendo un garrote cavernario, hizo el anuncio amenazador que ella gobernaría desde el Congreso de la República, con sus propias iniciativas legislativas, con su inmensa mayoría, en esos momentos de 73 congresistas y sin tener en cuenta que, además del Poder Legislativo, existe el Poder Ejecutivo y cuyo titular por voluntad del pueblo era PPK y porque así es como funciona una auténtica democracia.

De tal manera que lo que parece que se viene como un tubo o sea la salida de Thorne del gabinete ministerial, es canción cantada. Se debe ir por candelejón o sea por cojinova. Ese Alarcón sureño que nada tiene que ver con los otros del mismo apellido, pero que son del norte y no se dedican a los malos negocios, ha sido el instrumento utilizado por el fujimorismo para que pisara la cáscara de plátano. ¿A quién se le hubiera ocurrido decirle a ese tremendo mañoso, que el presidente necesitaba una “ayudita” para que se entendiera mejor la addenda del contrato aeroportuario de Chinchero? Un político cuajado no hubiera hecho eso, ni de vainas.

Esa es la verdad de la milanesa. No es como Becerril o Galarreta y hasta Mulder, dicen “que por el bien del país, el ministro debe renunciar”. Haberle confiado al Contralor la necesidad de llevar adelante un contrato correcto, en línea con la legalidad, ajeno a cualquier corrupción, no es un delito. Y que para ello la Contraloría debía ayudar, lo ocurrido, en realidad, no pasa de una bobada, de quien creyó de buena fe que tenía en su despacho a un angelito, a alguien que tiene otro tipo de compromisos políticos y que por lo actuado, no tienen cercanía con el progreso social y económico del país.

Que se vaya Alfredo Thorne, es un asunto que no tiene remedio. Pero ojalá que su amigo Kuczynski no caiga en el mismo error, ese que lo viene dibujando como otro candelejón, que piensa que la mafia keikista, ya le perdonó la derrota presidencial. En esa mayoría parlamentaria no hay políticos, existen politiqueros.

 

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