Un anhelo: ¡firme y feliz por la unión!

 

Estas fiestas patrias nos hacen recordar una frase que tiene el poder de la convocatoria y que, al mismo tiempo, significa una exhortación que nos alienta a buscar los caminos más adecuados que nos lleven a exclamar con legítimo orgullo: ¡firme y feliz por la unión!

Un recorrido histórico desde aquel lejano día en que fue proclamada la Independencia política del país, nos permite observar que el parto emancipador, de manera cabal, no ha concluido. Seguimos en la lucha. Evidentemente desde distintas orillas, en medio de discrepancias y también de coincidencias. Esto forma parte de la naturaleza humana y, porque no decirlo, de discrepancias alentadas por intereses de cada quien.

El maestro Jorge Basadre nos hablaba de la promesa de la vida peruana, del anhelo de concierto y comunidad. Sueño anhelado que nos lleva a pensar que algún día, estaremos cubiertos por las mismas banderas, sin aquellas diferencias originadas por el egoísmo y la avaricia y que, tarde o temprano, debe convertirse en realidad por las circunstancias de un mundo que está cambiando, de manera acelerada, en todo orden de cosas del quehacer humano.

Necesitamos celebrar estas fiestas patrias. Ello nos reconforta y nos lleva a la meditación. ¿Será muy tarde para qué los peruanos comprendamos que somos tales y que, sin exclusiones ni marginaciones, estamos en capacidad de forjar una patria mejor? Tengamos presente que nunca es tarde cuando la dicha llega. Pero todo depende de ese enorme pueblo, diseminado en costa, sierra y selva, que pese al tiempo transcurrido todavía lleva sobre sus hombros la pesada carga de la discriminación y de las diferencias sociales.

Sin embargo, tengamos en cuenta que esta no es la hora de lamentos. Hagamos carne de nuestra propia existencia en la trascendencia de la igualdad, la misma que se funda en la naturaleza humana, donde el ser humano es un ser universal del que participan por igual todos los individuos de la especie. La libertad en cualquiera sociedad que se pretenda legitima, debe disponer su organización de modo tal que garantice, para todos y cada uno de sus miembros, la posibilidad de alcanzar su propia realización y de acceder a todos los beneficios que la vida en común comporta.

Con el mismo énfasis debemos tener presente que para ese cometido es indispensable la libertad, toda vez que el libre albedrío es una nota esencial del hombre, de la misma manera como lo es la igualdad que deriva de la naturaleza humana.

Y como parte del todo, pensemos en la justicia que es el principio por el cual el acto humano, individual o social, se acerca a su fin. Será suficiente a los fines propuestos, entender a la justicia como orden que hace referencia a la igualdad o que persigue la realización de la igualdad entre un cierto “dar” y un cierto “recibir”.

Comprendemos que existen iniciativas bien intencionadas. De la misma manera como se mantienen posturas que hoy por hoy, carecen de vigencia. Por eso reiteramos, la tarea a cumplir no es fácil, pero si es posible. Algún día, no muy lejano, entonces estaremos invitados a esa gran fiesta patria, que nos llevará a exclamar con razón: ¡firme y feliz por la unión!

 

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