Un avión perdido, Cuba roja, la CIA… y así la Guerra Fría llegó a Tacna

 

“¡Vamos, desahuévense, quiero noticias, muertos, asesinos, catástrofes, algo debe pasar en Tacna!” nos urgía el legendario Raúl Villarán desde Lima casi a diario. Pero, ay, en la lejana y aburrida Tacna no pasaba nada, o casi nada, en aquel verano caliente de 1963.

El diario fundado por el magnate pesquero Luis Banchero Rossi todavía se llamaba “Sur” y Tacna había sido elegida como el primero de la gran cadena de “correos” que había encargado a Villarán. Y es que los Banchero eran tacneños; poseían un pequeño viñedo y todavía vivía la anciana madre que insistía en administrar su modesta “bodega de vinos” pese a los ruegos del hijo millonario de que se mudara a Lima.

Para la redacción y taller alquilaron un local a dos pasos del céntrico Pasaje Vigil y allí instalaron un viejo linotipo al que había que rogarle para funcionara, una rotoplana que cada noche amenazaba con desarmarse y un cuartito de comunicaciones para recibir desde Lima informaciones vía alfabeto morse. De película.

A mediados de 1962 llegó el equipo de redactores estrella de la flamante Empresa Periodística Nacional (EPENSA) que se instaló en el Hotel de Turistas. Era la agresiva vanguardia de choque liderada por el propio Villarán, quien encontró que su rival era el alicaído diario “La Voz del Sur” de la familia Carbajal, que sobrevivía a duras penas gracias a los avisos judiciales.

Alborotaron Tacna, sin duda, al buscar material para los famosos “Inactuales”, reportajes que Villarán sacaba de la manga cuando no había nada que publicar, y lanzaron el diario con gran propaganda. Finalmente abandonaron la ciudad dejando deudas, corazones partidos, mesas y vidrios rotos en bares y burdeles, recuerdos de trompeaderas y borracheras fenomenales, y llegó para hacerse cargo el experimentado periodista arequipeño Jorge Hani, a quien yo reemplacé a fines de 1962.

La “vanguardia” se marchó a Piura a fundar “Correo”, al asalto de la plaza de los venerables “El Tiempo” y “La Industria”.

La paz volvió al ambiente periodístico tacneño. Cada mañana mis cuatro redactores se lanzaban como sabuesos a las calles, instituciones, a buscar “noticia”. Nada.

Téngase en cuenta que eran tiempos de dictadura militar y las fuentes informativas estaban más cerradas que nunca. El Ejército se había negado a aceptar el triunfo del Apra en las elecciones que 1962 y gobernaba la Junta Militar. Primero el general Pérez Godoy, defenestrado por el general Lindley justamente a principios de aquel 1963.

La última buena noticia era que la joven elegida como Reina del Carnaval tacneño era hija de ¡una chilena!!!! Algo inaceptable para los heroicos tacneños que la bombardearon con bolsas de tierra durante el Corso que recorrió la ciudad. Luego, nada.

Pero una tarde el operador de morse que recibía los despachos de Lima me sacó de mi siesta para informarme a gritos:

-¡Se ha perdido un avión boliviano, dicen que puede haber caído por aquí, cerca de Tacna!!

Lancé de inmediato a mis jóvenes reporteros a buscar, preguntar, indagar, a escuchar la radio. Y efectivamente, un avión de pasajeros de la empresa Lloyd Aéreo Boliviano que había partido de Arica con dirección a La Paz había desaparecido del radar sin dar cuenta de su paso por los controles. Se había excedido largamente en el horario de llegada, el pronóstico era sombrío: había desaparecido en alguna parte entre Perú Chile y Bolivia.

 

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