Revelan testimonios de víctimas de esterilizaciones forzadas

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Terror y espanto es lo que sembró la maquiavélica política de las esterilizaciones forzadas que fue adoptada durante la década de los 90 por el régimen fujimontesinista, ya que además de intervenir quirúrgicamente a miles de mujeres contra su voluntad, las trató de forma humillante e inhumana

Las mujeres seleccionadas pertenecían a comunidades consideradas de un nivel cultural y educativo menor, por lo que, al no ser “conveniente” mantener a estos poblados, decidieron simplemente evitar que se propaguen.

El centro de salud de Colquepata, en la provincia Paucartambo, Cusco, fue seleccionado para aplicar esta política diabólica para las pobladoras del lugar y comunidades aledañas, cuyas mujeres afectadas por esta abusiva decisión, salieron a dar su testimonio al diario ‘La República’, al que le contaron lo que vivieron en esos momentos de horror.

Todas las mujeres relataron que, antes de ser esterilizadas contra su voluntad, hombres y mujeres que pasaban como autoridades médicas habían ido a buscarlas reiteradas veces a sus viviendas para incentivar que fueran a realizarse la AQV (Anticoncepción Quirúrgica Voluntaria) y que eran “órdenes del gobierno”.

Dominga Pinchi Huamán, una de las mujeres afectadas, contó al diario: “Seis veces vinieron (los doctores y los enfermeros a) mi casa, y a las casas de las mujeres de mi comunidad, para convencernos de ligarnos. Mi esposo no quería. Un día los enfermeros Alicia y Peter llegaron a la comunidad y habían juntado a varias mujeres. Me preguntaron cuántos hijos tenía. Les dije: ‘Tengo 3 varones y 3 mujeres’. Me respondieron: ‘¡Tantos hijos tienes! ¡Sube, sube, sube, al carro, sube de una vez!’ En el carro había como nueve mujeres”.

Las pobladoras se defendieron con todos los argumentos que tenían, tratando de evitar que las llevaran al centro de salud donde iban a ser sometidas a la ligadura de trompas, pero era en vano, una vez que llegaban a las postas eran retenidas hasta por policías.

“Nosotras nos defendíamos diciendo que no queríamos ligarnos, que no importaba el número de hijos, qué tenía de malo tener tantos hijos. Nos decían que si no queríamos, íbamos a ir a la cárcel. Nos dijeron que solo podíamos tener dos hijos, como máximo, que esa era la orden del gobierno de Fujimori”, relata Dominga Pinchi.

Ya en los centros de salud donde realizaban estas inhumanas acciones, las mujeres observaban a otras que estaban tendidas en el suelo, recostadas sobre frazadas o plásticos, anestesiadas porque recién habían salido de uno de los improvisados quirófanos.

Sin los cuidados que una intervención quirúrgica requiere, las mujeres eran esterilizadas, como lo contó a este  diario Toribia Suna Ttitio: “Nos encerraron en un cuartito. Todas estábamos en el suelo. Me pusieron anestesia, sentí un hincón en la barriga (…) Había policías que cuidaban la posta para que no nos escapáramos. Hasta ahora me duele la parte de la barriga donde me operaron”.

Lo mejor era someterse sin resistencia, sino, las mujeres eran tratadas como animales, como le sucedió a Nicasia Quispe, que contó que le “amarraron las manos y los pies en la camilla con correa y se oían los gritos de mujeres”.

Las pobladoras más atrevidas intentaban escapar, aunque muchas veces en vano, algunas lo lograban; sin embargo, otras menos afortunadas eran descubiertas, como Alejandrina Pachecho, que relató: “Yo me escapé junto con tres mujeres de mi comunidad trepando el cerco de la posta, pero la Policía me hizo regresar. El policía me decía: ‘¿A dónde estás yendo? Tu esposo va a ir a la cárcel y tú también vas a ir a la cárcel’. Dos policías me cogieron de los brazos como si fuese una ratera, una ladrona. Uno de los policías se llamaba Jorge. Me llevaron a la posta de Colquepata para esterilizarme”.

Estos testimonios evidencian las maquiavélicas tretas que usaban los agentes del mal para hacer efectiva una orden que venía de los altos mandos del gobierno, pero, si ya se pensaba que todo esto era bajo, lo que contó Anastasia Quenaya García fue de espanto.

“Yo estaba embarazada cuando fui a la posta de Colquepata para mi control. Las enfermeras me dijeron que tenía que ligarme de una vez. Yo me negué y me escapé. Me escondí en el mercado. Los policías me siguieron. Pero no me atraparon. Después de dar a luz, fui a la posta para el certificado de nacimiento. Otra vez me insistieron para ligarme. ‘Si no lo hacemos, se queda aquí uno de tus hijos’, me dijeron los enfermeros Alicia y Hernán. Luego me agarraron para ligarme a la fuerza. Vi como muchas mujeres estaban en el suelo sobre frazadas tiradas. Me pusieron una bata verde y otra vez escapé, pero la Policía me atrapó y me esterilizaron. Al día siguiente, como 10 de las mañana, nos recogieron a todas y nos llevaron en ambulancia a la comunidad. Varias como yo teníamos a nuestros bebes en los brazos. En el camino se malogró la ambulancia y tuvimos que regresarnos a pie, operadas. Así nos trataron”, narró Anastasia.

Testimonios como estos, algunos de los miles que hay, reflejan las crueles políticas que aplicó el régimen fujimontesinista, caracterizado por el total irrespeto a los Derechos Humanos.

Fuente: La República

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